El proyecto de ampliación del Museo Reina Sofía data de 1999, año en que se alzó ganador frente a las propuestas de otros once equipos. El programa consistía en un auditorio, una biblioteca, varias salas de exposiciones y áreas auxiliares (despachos, restaurante, almacenes, etcétera) que debían ocupar una parcela triangular colindante con la ronda de Atocha al oeste del antiguo hospital de Sabatini —sede del museo—, donde se situaban en tiempos pabellones anejos al hospital militar. 

Frente a la compacidad del edificio de Sabatini, la ampliación se fragmenta y disuelve, dejando una plaza pública entre sus piezas con la voluntad de servir de catalizador para la regeneración del entorno urbano.

La propuesta ganadora recrea lo que era esa suerte de micro-ciudad del barrio de Lavapiés levantando tres volúmenes en torno a una plaza abierta al tránsito peatonal y uniéndolos con una enorme cubierta que alinea su canto con la segunda cornisa del hospital.

Las tres piezas se corresponden con partes diferenciadas del programa. Unido físicamente con el museo por pasarelas en altura se sitúa el pabellón de exposiciones, dedicado a muestras temporales—en el antiguo quedan las permanentes— y constituido por una sucesión de forjados de acero y cerramientos de vidrio; en el vértice de las calles Atocha y Argumosa se alza el volumen curvilíneo del auditorio, soportado por dos costillas de hormigón y revestido de poliéster rojo, junto al que encuentran acomodo la cafetería y el restaurante; por último, en paralelo a la calle, se ha dispuesto el volumen de la biblioteca, una estructura de pórticos de acero que aloja la sala de lectura, de 16 metros de altura y 20 de luz, revestida de madera de jatoba e iluminada por lámparas de cristal grueso labrado.

La cubierta dibuja la forma de la plaza sobre los tres edificios: de sección decreciente hacia el borde—de 340 a 5 centímetros— y de aluminio reflectante al interior —al exterior es de zinc, como la cubierta del hospital—, su misión no es sólo proteger los volúmenes y dotarlos de unidad compositiva, sino llevar la ciudad (la estación de Atocha, el tránsito de coches y peatones o las composiciones de las fachadas vecinas) al interior del museo, reflejada en su superficie. 

Los huecos poligonales que la atraviesan se revisten de acero mate, de manera que la visión del cielo no rivalice ni se funda con las imágenes reflejadas en el envés. Con el mismo objetivo de llevar la ciudad al interior, la biblioteca hunde su espacio bajo rasante, manteniendo una altura menor que el edificio de exposiciones, que disfruta así de vistas desde las terrazas superiores. Lamas de acero motorizadas, perforadas o sólidas, protegen las fachadas más expuestas. La plaza, pavimentada con granito y extensión ‘a la sombra’del trasiego urbano, alberga una pieza de Lichtenstein, artista con el que se inauguraron las nuevas salas.

Se utilizan materiales y técnicas poco habituales en la tradición castellana: la audaz cubierta de zinc y aluminio, los dados de vidrio fabricados ex profeso en el techo de la biblioteca, o el GRP rojo que reviste el auditorio.



Cliente Client
Ministerio de Cultura

Arquitectos Architects
Jean Nouvel, Alberto Medem, b720

Colaboradores Collaborators
M.Velasco, A. Miranda, R. Cañizares,C.Campo, B. Belloso, H. Esteban, J. Piedra, C.C. Nogueira, R. Pleite, G.L. Farrarini,A. Magalhaes, A. Lamiable, E. Siles,F. Garrido, J.Chicharro, J.Galiana; D. Muñoz, J. de la Dehesa, (arquitectos museo, museum architects); R. Guijarro, M. A García, P. Parrilla (aparejadores quantity surveyors

Consultores Consultants
Esteyco (estructuras structures); JG (instalaciones mechanical engineering); Higini Arau (acústica acoustics). 

Contratista Contractor
UTE Dragados/ACS

Fotos Photos
Duccio Malagamba, Roland Halbe, Philippe Ruault; Joaquín Cortés