Museo Oscar Niemeyer, Curitiba
Oscar Niemeyer 

Museo Oscar Niemeyer, Curitiba

Oscar Niemeyer 


La idea de construir este museo, inaugurado con el nombre de Novo Museu y después rebautizado como Museo Oscar Niemeyer, nació en 2001, cuando la Fundación Guggenheim pensó en construir en Brasil una filial. La capital del estado brasileño de Paraná se presentó como candidata, llegando a ofrecer como posible lugar para la intervención el solar del edificio Castello Branco, creado por Niemeyer entre 1967 y 1971 para albergar el Instituto de Educación de Paraná. Aunque la elegida fue Río de Janeiro (con un proyecto de Jean Nouvel), la idea de crear una gran institución cultural en Curitiba fue adoptada por el entonces gobernador y arquitecto Jaime Lerner, uno de los responsables de la planificación de la ciudad y ex presidente de la Unión Internacional de Arquitectos.

El complejo está formado por dos construcciones independientes: el antiguo edificio Castello Branco y un volumen nuevo con forma de ojo, conectados por rampas sinuosas sobre un gran espejo de agua y por un túnel bajo el nivel del terreno. La construcción existente es un paralelepípedo de 200 por 45 metros de hormigón pretensado y formado por una sola planta sobre pilares, además de la planta sótano. Su estructura está formada por cuatro vigas longitudinales de hormigón de 5,5 metros de altura, que dividen la planta superior en cuatro espacios. Cada viga se apoya en seis pilares, con luces de hasta 65 metros y voladizos de 20 metros. Poco antes de cambiar de uso (con ayuda del estudio Brasil Arquitetura), el edificio Castello Branco estaba ocupado por las Secretarías del Gobierno Regional. En realidad, la dinámica programación cultural del museo se desarrolla en la construcción existente, que parece haber sido creada para ello.

El nuevo edificio, de unos 3.000 metros cuadrados, parece un gigantesco ojo apoyado en una estructura central con enormes voladizos, y alberga una gran sala de exposiciones con cerramiento de vidrio a ambos lados (en muchas exposiciones, los vidrios se cubren con cortinas blackout). Con formas opuestas —en uno predomina el ángulo recto y en el otro destaca la sinuosidad— se crea un contraste siempre presente en la obra de Niemeyer. Mientras el ojo tiene casi el carácter de una escultura, en el rectángulo, la forma se pone al servicio de la función, aunque ambos presentan un carácter monumental. Como un objeto escultórico que parece levitar sobre un espejo de agua, el gran ojo se dispuso evitando ocultar el antiguo edificio. Delante, el ojo, extrovertido, observa la ciudad; detrás, la antigua escuela-museo, introspectiva, se ilumina a través de patios de luz angostos y largos... [+]