Catedral Metropolitana, Brasilia
Oscar Niemeyer 

Catedral Metropolitana, Brasilia

Oscar Niemeyer 


Rodeada de simbolismo, como todo edificio religioso, la Catedral de Brasilia —cuyo nombre oficial es Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida— es una de las obras más expresivas de la capital. Su ubicación dentro del plan director está en un lugar secundario, señal evidente de que, a diferencia del período colonial, cuando las construcciones religiosas gozaban de posiciones estratégicas en las ciudades brasileñas, la Iglesia Católica ya no representa uno de los poderes centrales en Brasil, país con el mayor número de fieles católicos.

Aunque el arquitecto es ateo declarado, el espacio respira emoción religiosa y es realmente tan espectacular como sencillo, reforzado por un acceso en promenade architecturale: un túnel oscuro conduce al visitante al interior de la nave circular de 70 metros de diámetro, rebajada en relación al nivel externo; ya con la pupila dilatada por la oscuridad, el visitante camina algunos metros en dirección a la luz —como si metafóricamente estuviera penetrando en la búsqueda de la religiosidad— y, cuando finalmente entra en la catedral, que es prácticamente una cúpula de hormigón y vidrio inundada de luz, su retina está ante un espacio mágico. Las dieciséis piezas estructurales de hormigón de la cubierta —que, simbólicamente, pueden remitir a la idea de la corona de espinas de Cristo— tienen una sección parabólica, y se apoyan unas en otras dejando el espacio entre columnas cerrado con vidrio. Debido a la dificultad del sellado de los cristales, la catedral permaneció inacabada durante años y, aún así, la imagen de la estructura figura en decenas de libros de arquitectura de todo el mundo.

En 1987, Niemeyer fue llamado para rehacer la catedral. En aquella época, la estructura de hormigón visto fue pintada de blanco y bajo los cristales de la cúpula se instalaron vitrales de fibra de vidrio creados por Marianne Peretti, artista plástica que colaboró en varios proyectos del arquitecto. Además, en la entrada de la catedral están las esculturas en bronce de los cuatro evangelistas, de cuatro metros de altura, creados por Alfredo Ceschiatti, que recuerdan a los profetas del escultor brasileño Aleijadinho en el municipio de Congonhas, en el estado de Minas Gerais. También se encuentran los ángeles del mismo Ceschiatti, colgados bajo la cúpula de hormigón, así como obras del pintor brasileño Di Cavalcanti (que creó la Vía Sacra) y de Athos Bulcão (autor del panel de azulejos del baptisterio). Junto al edificio principal, se levantan dos construcciones laterales: el baptisterio, de forma oval, y el campanario, cuyas cuatro campanas fueron donadas por el gobierno español... [+]