El proyecto se sitúa en la orilla del mar, junto a una chimenea protegida construida a principios del siglo XX que desvela el pasado industrial de una zona que formaba parte entonces del extrarradio industrial de Málaga. En un frente marítimo concebido como extensión del centro urbano —y convertido hoy en un nuevo paseo de la ciudad—, se levantan parejas de edificios idénticos, como hermanos gemelos, habiendo quedado sin construir, a causa de la crisis, las últimas dos parcelas en torno al vestigio industrial. Así, se proyecta una materialidad que dialogue con la chimenea preexistente, dando un salto técnico con respecto al ladrillo, asumiendo su contemporaneidad y apostando por una fachada abstracta y masiva en hormigón prefabricado aligerado (GRC). El bajorrelieve a modo de grecas vibra con la incidencia solar y da respuesta a las necesidades de ventilación de los espacios lavadero. De esta forma, el edificio se plantea con una escala de orden mayor que potencia el conjunto frente a la individualidad del apartamento, el cual se manifiesta con los salones-terrazas que miran al mar, en donde la unidad tipológica cambiante se suma en el todo, consiguiendo un conjunto abstracto esculpido terroso. La masividad definida por el material
—contexto-construcción— y el vacío producido por la vida humana —programa— se organizan como elementos apilados (como si se tratase de contenedores de chapa grecada del Puerto de Málaga), en donde cada tipo de vivienda se expresa exteriormente con la horizontalidad o la verticalidad de la greca del prefabricado. Los espacios comunitarios interiores de los dos patios se revisten con una chapa grecada blanca, configurando los corredores de acceso a las viviendas. Los patios están protegidos con una montera de vidrio, generando un espacio similar al de las tradicionales corralas de vecinos. En el interior de la vivienda, la variabilidad tipológica no altera su concepción base, que conforma un espacio funcional circular entre el salón, la terraza y la cocina, dando la opción a que ésta se incorpore al salón como cocina americana. La transición entre lo construido bajo y sobre rasante se presenta en el portal, donde la materialidad de la fachada se cuela al interior por las paredes, el techo de lamas blancas adelanta lo que sucederá en los patios y el suelo de granito negro conduce al mundo oscuro del hormigón visto del garaje enterrado; allí las paredes de las zonas de circulación rodada se revisten de una chapa grecada como si fuera el molde del GRC del mismo color, poniendo el acento de esta transición en la embocadura y bajada al aparcamiento desde la calle.