En Santa Cruz de Tenerife, el área de San Antonio forma parte de la periferia residencial surgida a lo largo de la autopista que une La Laguna con la capital. Con la vocación pétrea de una formación volcánica, un edificio de sesenta viviendas sociales se eleva solitario por encima de este horizonte construido, buscando como un faro las vistas del mar. Huyendo del ruido de la autopista, la torre se plantea como una carcasa orientada de pantallas verticales que se repliegan de forma irregular para proporcionar a cada estancia condiciones óptimas de soleamiento y vistas. La fuerte pendiente del terreno impuso una solución escalonada, en la que deslizándose a lo largo de la medianera entre viviendas, una mitad de la torre se encuentra medio piso por encima de la otra. Así, cada uno de los núcleos de escaleras y ascensores dan acceso a cuatro apartamentos por planta desde descansillos situados a distinto nivel.

Alo largo de las ocho plantas del edificio se agrupa un total de sesenta viviendas de dos, tres y cuatro dormitorios, dispuestas en torno a un patio de contorno poligonal que en planta baja concentra los accesos a ambos núcleos de comunicación. Como miradores privilegiados, las esquinas de este prisma fracturado se reservan para las salas de estar, mientras una corona de cocinas y habitaciones de servicio se ciñe alrededor del patio. El sótano alberga treinta plazas de aparcamiento en un zócalo semienterrado que insiste en el carácter tectónico del conjunto y garantiza la evacuación natural del aire viciado mediante una grieta horizontal a lo largo de todo su perímetro. Una rampa sobre su cubierta precede a la cancela metálica que cierra el zaguán a cielo abierto que es el patio, creando un recinto acotado que protege el juego de los niños y fomenta el encuentro entre los vecinos.

Materiales duraderos y de bajo mantenimiento fueron elegidos para los acabados y remates de obra. Las pantallas verticales de hormigón —que relativizan la presencia en fachada de ventanas a distinto nivel, consecuencia de las alturas contrapeadas de cada planta— actúan como envolvente y estructura de esta torre facetada, evocando con su volumen abrupto los barrancos de aluvión propios de la isla. Tras esta coraza, las carpinterías de madera de morera se presentan como una segunda piel, de la que también forman parte los detalles de cerrajería y el revestimiento de material trespa de distintos colores que aumenta la luminosidad del patio. El despiece irregular de la fachada se lleva también al pavimento, de lajas de piedra chasnera que ancla la torre al contexto geográfico en el que se levanta... [+]


Cliente Client

Visocan

Arquitectos Architects

Felipe Artengo, Fernando Martín Menis, José María Rodríguez-Pastrana

Colaboradores Collaborators

Rafael Hernández, Andrés Pedreño

Contratista Contractor

Necso

Fotos Photos

Hisao Suzuki