Laboratorios de la Facultad de Ingeniería, Leicester
James Stirling 

Laboratorios de la Facultad de Ingeniería, Leicester

James Stirling 


Tras un par de artículos polémicos sobre Le Corbusier en The Architectural Review, una serie de brillantes proyectos y unas cuantas obras menores, Stirling salto de golpe a la escena arquitectónica mundial con su primer edificio importante: los talleres y laboratorios de Ingeniería para la universidad británica de Leicester.

En ella, el maestro de Liverpool ya ponía de manifiesto uno de los rasgos que se iban a mantener constantes a lo largo de toda su obra: la composición por fragmentos ricamente articulados, el collage de formas y citas más o menos veladas de otras ideas arquitectónicas que constituían su bagaje cultural.

Compuesto de un gran basamento horizontal sobre el que se elevan toda una serie de cuerpos volumétricos claramente diferenciados, las referencias reseñadas por los críticos durante tres décadas han sido múltiples y variadas. En primer lugar, es patente el gusto por la variedad pintoresca de un conjunto que solo se comprende después de una cuidadosa observación de las cambiantes perspectivas que ofrece un recorrido a su alrededor. Junto a este carácter paisajista tan inequívocamente inglés, el uso del vidrio y el metal evoca claramente la renovación tecnológica que supuso la ingeniería constructiva del siglo XIX, reflejada sobre todo en las extensas cubiertas acristaladas de los talleres.

Famosas han llegado a ser también las referencias al Club Rusakov de Melnikov, perceptibles en las dos salas de conferencias que proyectan hacia fuera sus volúmenes macizos. Y las dos torres de circulación e instalaciones recuerdan sin duda la noción de espacios servidores frente a espacios servidos, reflejada expresamente por Louis Kahn en otros laboratorios universitarios de Filadelfia.

Pero además de las alusiones al pasado más o menos remoto, este edificio es también el antecedente de una tendencia que iba a tener como principales representantes a dos alumnos del propio Stirling: Norman Foster y Richard Rogers. Es aventurado decir que Leicester sea high tech, pero al menos se puede afirmar que hay una voluntad de dar a los elementos tecnológicos una expresión que va más allá de su mera función constructiva.

Todo ello hace de estos laboratorios una obra a la vez emblemática y paradigmática de la mejor arquitectura de la segunda mitad del siglo XX…[+]


Cliente
Universidad de Leicester.

Arquitectos
James Stirling y James Gowan.

Colaboradores
Michael Wilford, Malcolm Higgs.

Consultores
Monk & Dunstone, Felix Samuely & Partners,
Steensen, Varming & Mulcahy, Hope Bagenal.

Fotos
Richard Einzig y Lucinda Lambton / ARCA1D.