El edificio de apartamentos forma parte de un plan general que contempla la promoción de 420 viviendas sociales a desarrollar en dos fases bajo la supervisión del estudio de Arata Isozaki, quien ha elegido a cuatro arquitectas para realizar cada uno de los sectores del plan. El carácter experimental de la intervención se refleja en la disposición de cuatro bloques lineales exentos apoyados sobre el perímetro del solar en torno a un gran espacio común y rodeados por una franja de aparcamientos. La generosa provisión de espacio público previsto responde a la ubicación del proyecto en el distrito de Motosu, un área residencial de baja densidad situada en el centro de una rica zona agrícola y turística de la prefectura de Gifu.

De acuerdo con la idea general del plan, el volumen se dispone paralelo a la calle que delimita la parcela, adaptándose a su trazado mediante una forma quebrada que rompe la monotonía característica del bloque lineal. La limitada gama de posibilidades distributivas que permite esta tipología ha determinado un esquema de organización lineal que sitúa la galería de acceso a las viviendas sobre la fachada norte y los espacios vivideros apoyados sobre el costado sur, volcados hacia una terraza para beneficiarse del máximo soleamiento. Ambos frentes se conectan visualmente a través de grandes huecos perforados en el volumen que permiten apreciar la extrema delgadez del bloque, reduciendo la sensación de pesadez de la construcción.

Regido por la austeridad, el edificio de diez plantas de altura se levanta sobre pilotis, liberando el espacio en planta baja para situar el aparcamiento y permitir el acceso a las viviendas desde cualquier punto de su perímetro. En el resto de los niveles se distribuyen 107 viviendas que surgen de las distintas posibilidades de agrupación de unidades de habitación independientes —en su mayor parte de doble altura—, que combinadas de forma libre generan distintos tipos de alojamiento.

Desde la galería de distribución no existe una entrada principal a las viviendas, sino que cada una de ellas dispone de varios accesos repartidos entre las distintas estancias. De este modo, a través de la fachada septentrional es imposible identificar el número exacto de células que componen cada unidad residencial. Sobre el frente meridional, en cambio, todos los espacios que componen un apartamento se conectan entre sí mediante una terraza, manifestando claramente hacia el exterior su forma y dimensión e incluso permitiendo vislumbrar las siluetas de sus ocupantes moviéndose en su interior como proyectadas sobre una gran pantalla.