Colegio Apostólico de Arcas Reales, Valladolid
Miguel Fisac 

Colegio Apostólico de Arcas Reales, Valladolid

Miguel Fisac 


Un solar llano y sin árboles —que debe su nombre al hecho de que allí se custodiaba en el siglo XV el dinero de la corona porque carecía de obstáculos que dificultaran su vigilancia—fue elegido por los Padres Dominicos para construir un colegio donde, además de estudiar, los niños tuvieran la opción de encauzar su vocación religiosa. El programa requería aulas, dormitorios y comedores en igual número para los dos grupos de edad en que se dividía el alumnado, lo que determinó una fuerte simetría de la planta que se refuerza con la situación central de la iglesia, el único elemento común para todos los usuarios. El conjunto se completa con un pabellón de profesores y otro aislado para religiosas auxiliares. Realizado fundamentalmente con muros de carga de ladrillo visto, el hormigón aparece en los cargaderos y en las marquesinas onduladas que, adosadas a dos lados del patio de acceso, rompen la simetría del conjunto.

«El principal problema que tuve aquí fue la simetría que resultaba de disponer un programa idéntico para dos grupos de edad sobre un solar plano; frente a ese estaticismo, yo quería introducir más vida. Entonces, hice lo mismo que en el Instituto de Microbiología Ramón y Cajal: evitar acceder axialmente. No quería hacer una arquitectura versallesca y rompí el eje entrando lateralmente al patio ajardinado desde la carretera que iba a Olmedo...»

«Con Jorge Oteiza tuve una relación curiosa en este proyecto, en el que quería coronar la parte exterior del ábside de la iglesia con una especie de mascarón de proa y le encargué una pieza de aluminio fundido de 4 metros de altura. Al cabo del tiempo me mandó un cajón lleno de piezas pequeñas y una carta diciendo: ‘no sé si alguna de estas ‘mierdecitas’ te interesará’. Y le contesté: ‘sí, hay una ‘mierdecita’ que me puede interesar’. Cuando terminó el molde, pidió dinero y se fue a París, dejando todo de lado. El fundidor terminó como pudo, siguiendo una de las maquetas. Quedó muy bien, pero era una de esas cosas suyas, abstractas, con un solo ojo... Así que ordené que lo subieran a su posición final, en lo alto del muro, a las cinco de la mañana, porque como lo hubiese visto el padre prior de cerca ¡seguro que no nos deja instalarlo!»

Además de la intervención del escultor vasco, el edificio fue soporte de otras colaboraciones artísticas. José María Labra diseñó las vidrieras de la iglesia, Valdivieso dibujó los murales de los comedores, Álvaro Delgado pintó el retablo del oratorio, Susana Polack esculpió las figuras de piedra de la entrada y el mosaico del refectorio y José Capuz firmó el grupo escultórico que preside el altar... [+]