Iglesia de Nuestra Señora de la Coronación, Vitoria
Miguel Fisac 

Iglesia de Nuestra Señora de la Coronación, Vitoria

Miguel Fisac 


Con anterioridad a la revolución litúrgica que supuso el Concilio Vaticano II, Fisac emprendió una renovación propia de los parámetros compositivos de sus templos. La intención de «crear un trozo de aire sagrado en el que el hombre sintiera deseos de acercarse a Dios» se pone de manifiesto en las plantas del concurso de San Florián de Viena (1956), el proyecto de iglesia en Ayamonte (1957) o la parroquia de Zofío (1957), que envuelven en una geometría progresivamente más libre a una congregación que escucha la misa en latín ante un sacerdote de espaldas. Los pormenores del encargo también hablan de la relación entre los protagonistas de la modernidad española de posguerra:

«El obispo de Vitoria estaba relacionado con el padre Aguilar, un dominico aficionado al arte que dirigía la revista Ara de pintura y escultura religiosa, y quiso encargar varias iglesias a arquitectos jóvenes que empezaban entonces su andadura. Tenía amistad con Francisco Javier Sáenz de Oíza y Luis Laorga, y contactó con Javier Carvajal y José María García de Paredes para que proyectaran una parroquia. De la misma manera, a Alejandro de la Sota y a mí nos asignó hacer de forma conjunta otra. Durante los primeros tanteos, Alejandro apareció con un prisma de vidrio que yo no podía asociar a un templo; y entonces acordamos trabajar cada uno una solución distinta y luego presentarlas firmadas ambas por los dos. Finalmente, se decidieron por la mía, que aplicaba algo que ya había ensayado tres años antes en el Instituto y la Escuela de Comercio de Málaga. Allí había inscrito una iglesia y un salón de actos en un rectángulo, dividiéndolo en diagonal, de manera que cada sala quedaba con una forma triangular a la que le cortaba el vértice; en el lado estrecho había así una anchura suficiente para el ábside de la iglesia o el escenario del salón de actos. El muro divisorio dispuesto en diagonal no tenía luz y debía ser iluminado desde el lado opuesto.»

«Y en Vitoria empleé esta solución, entendiendo que los fieles se congregan como en una procesión, con un sacerdote delante. Con el fin de acercar las miradas de los feligreses al altar, hice un muro curvo y liso, sin ninguna interrupción, de manera que la vista resbalaba por él hasta el foco principal. El muro de enfrente, por donde entra la luz, lo hice diferente para agrupar los elementos adicionales que pedía el programa: el baptisterio, la capilla del Santísimo, el vía crucis; entonces su textura cambia; el muro recto se hizo en mampostería, y el de enfrente, el que recibe la luz, se pintó de blanco. Al primero lo denominé muro estático y al otro muro dinámico, porque invita amover la vista.»... [+]