Teologado de los PP Dominicos, Madrid
Miguel Fisac 

Teologado de los PP Dominicos, Madrid

Miguel Fisac 


Entre jardines y patios, el teologado dominico de Alcobendas se posa escalonadamente sobre una vaguada de nueve metros de desnivel que desciende hacia el arroyo de Valdevevas. Concebido en un momento en el que Fisac medita su salida del Opus Dei, este proyecto marca en su obra construida el tránsito de una concepción volumétrica a otra espacial, llegando, en opinión del propio arquitecto, a descuidar en exceso la composición de los alzados, que fueron resultado directo de las necesidades del interior.

«Me divertí bastante con el programa, porque había tres grupos de usuarios: los profesores, los sacerdotes ya ordenados y los estudiantes de teología, que tenían que verse a lo largo del día en tres sitios sin cruzarse unos con otros. Se veían en el coro, en el refectorio y en las clases. Y la iglesia tenía dos partes que los frailes querían separar: la zona del coro y la de la congregación. Yo pensé: si estuviera en medio del campo y tuviera que poner un altar, ¿cómo lo dispondría? pues los monjes en un lado, los feligreses en otro y las plazas que estuvieran muy giradas deberían suprimirse; así surgió la planta hiperbólica y dije, ‘¡caray!, esto es muy fuerte. Pero como funcionaba bien, no tuve problemas para convencer a los monjes.»

«Una vez decidida la forma de la iglesia, empecé a jugar con el color. Quería un espacio vertical de luz blanca sobre el altar, un ámbito cálido sobre el coro, porque iba dedicado a San Pedro Mártir y a los misioneros, o sea, un poco a la sangre y otro más frío donde estaban los fieles. Entonces quise poner una ventana corrida que diera continuidad pero que fuera evolucionando. La escultora Susana Polack, con la que ya había colaborado, me presentó a Adolf Winterlich, un pintor austriaco que había huido de Hitler porque era judío. Le encargué las vidrieras sobre mártires del Antiguo y el Nuevo Testamento, pero le advertí que tenían que ser con rojo y solamente rojo. De ninguna manera se podía poner un azul o algo así; supo que hacían ese tipo de vidrieras en Lausana, y mandó él mismo el boceto, pero cuando trajeron el vitral ya terminado, vi que tenía tres o cuatro azules en los sitios clave y me había estropeado el proyecto, de manera que, en vez de ser la continuación de la iglesia, la iglesia hacía de marco para sus vidrieras. Me sentí completamente estafado, porque había ido a Lausana a dar órdenes por su cuenta. Me estropeó la iglesia, y cuando voy allí lo primero que veo es eso y pienso, ¡que Dios le perdone! Él sabía perfectamente lo que hacía—no era tonto—y sabía dónde meter los azules para lucirse, pero yo le había pedido otra cosa...»... [+]