Casa Carvajal en Somosaguas, Madrid
Javier Carvajal 

Casa Carvajal en Somosaguas, Madrid

Javier Carvajal 


La construcción del pabellón de España en la Exposición Universal de Nueva York de 1963 significó para Carvajal un prolongado contacto con la arquitectura norteamericana y en particular con el denominado ‘expresionismo cubista’, por el que se sintió especialmente atraído. Este movimiento tuvo su principal mentor en Paul Rudolph, que popularizó la multiplicación de los planos y niveles de fachada en aras de un mayor efecto plástico. En la obra de Carvajal, esta influencia se hace patente en una fase que abarca el edificio de Monte Esquinza (1965), el zoo de Madrid (1969) y las dos viviendas en Somosaguas —la del propio arquitecto y la Valdecasas—, construidas simultáneamente y con numerosos rasgos estilísticos comunes.

Situada en una parcela de forma irregular, la casa Carvajal se adapta a la topografía por medio de una serie de plataformas que actúan como adecuado podio de la edificación. Después de subir un tramo diagonal de escalones, se accede al recibidor, que rodea un pequeño patio y que vincula las tres zonas de la vivienda. Bajando tres peldaños se encuentra el amplio salón, que asoma a la terraza principal y comunica lateralmente, por medio de unas puertas correderas, con la biblioteca, enfrentada al patio principal. En esta zona común, el engarce de las distintas estancias y el uso fragmentado de los muros acentúan las perspectivas oblicuas. La sala de lectura enlaza con el estar de los padres y con el dormitorio principal que, al igual que el baño, asoma a un patio privado. También desde el vestíbulo se accede al comedor principal y al de diario, que da paso al estar de los hijos, en forma de L. El núcleo de servicio alberga el office, la cocina iluminada cenitalmente, la escalera al sótano y las dependencias de los guardeses. Los porches y las terrazas, con sus parapetos, jardineras y escalinatas, establecen una continuidad espacial con el exterior, reforzada por la vigorosa comisa que sobrevuela todo el perímetro de la vivienda. La trama estrictamente ortogonal del interior se gira 45 grados en algunos sectores de las terrazas, lo que genera una serie de romboides que establecen una oportuna disonancia.

El aspecto robusto y algo áspero del hormigón se amortigua con la profusión vegetal de los porches y con la cubierta ajardinada. Más que ventanas o puertas en el sentido tradicional, se manifiestan una serie de vacíos y ranuras entre prismas maclados que se articulan y solapan. Las tres esbeltas chimeneas establecen un acertado contrapunto con el carácter masivo y horizontal del conjunto...

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