Casa Lucio Muñoz, Torrelodones

Fernando Higueras  Antonio Miró Valverde 


Frente a la interpretación excesivamente ortodoxa y reductiva del Estilo Internacional contrasta la postura de Fernando Higueras, consciente de la necesidad de ampliar el lenguaje arquitectónico, ya patente en su proyecto de residencias para artistas en el Pardo, de 1960. En el ámbito de la vivienda unifamiliar, destacan las casas de Lucio Muñoz y de Santonja, ambas con una sintaxis más contenida que la de sus edificios públicos e inspiradas por las casas de la primera época de Wright. Sin embargo, a pesar de una engañosa similitud en el uso de la cubierta, la postura de Fernando Higueras y Antonio Miró difiere sustancialmente de la concepción de Wright, que siempre prefirió los tejados a cuatro aguas que se manifiestan en el interior, acentuando los distintos ámbitos. En la casa de Torrelodones, por el contrario, la cubrición está formada por segmentos a dos aguas paralelos entre sí, lo que establece una direccionalidad reforzada por las cuñas triangulares de los testeros.

El programa responde a las necesidades de una vivienda con dos estudios para el matrimonio de pintores formado por Lucio Muñoz y Amalia Avia con sus dos hijos. En medio de un paisaje velazqueño, la construcción se encarama a la parte superior de una ladera y se sitúa a nivel inferior de la carretera de acceso con el fin de proteger la privacidad y resguardar de los molestos vientos del norte. Una rampa flanqueada por un talud y tangente a la fachada desciende hasta el garaje cubierto por un amplio alero. Desde aquí se accede a las entradas principal y de servicio, y en el otro frente a los estudios de pintura orientados al norte. Al de Lucio Muñoz se llega sin doblar esquinas, lo que dificultaría el traslado de cuadros de gran tamaño, mientras que desde la zona de trabajo de Amalia Avia se pueden vigilar los porches y la piscina de la terraza inferior. El vestíbulo principal enlaza el ala de dormitorios, la zona de servicio iluminada por un estrecho patio transversal, la escalera de bajada al semisótano y el estar-comedor, que se prolonga frontal y lateralmente en sendos porches.

La edificación se integra en el paisaje tanto por su ritmo quebrado de aleros y terrazas voladas como por los materiales empleados —mampostería de granito local, cubierta de teja árabe y estructura de vigas pretensadas—, que con el tiempo han adquirido el color de los líquenes del lugar. Posteriormente, la casa se vendió a José Gárate, quien realizó una gran ampliación dentro del mismo sistema constructivo sin deteriorar la coherencia del conjunto...[+]