Concebida para albergar, sobre todo, banquetes de boda, la carpa del restaurante Les Cols evoca la vida al aire libre, la comida campestre con las familia y los amigos, y la cuidadosa preparación de los alimentos para su disfrute de unas horas. Lo consigue a través de materiales comunes, que se yuxtaponen con sofisticación: por un lado, el canto rodado y la piedra volcánica que tapizan el suelo y los muros del espacio semiabierto, dialogando con el paisaje de La Garrotxa; por el otro, la ligerísima cubierta de ETFE (etileno-tetrafluoroetileno), transparente pero que protege de la lluvia y de la radiación solar, apoyada en una tupida red de catenarias de acero como si fuera el emparrado de una casa rural. Bajo esta cubierta telúrica y a la vez etérea, se dispone el escueto, casi invisible, mobiliario: sillas y mesas de metacrilato concebidas para poner en valor los alimentos cocinados, y también para disolverse en la atmósfera variable que la luz tamizada a través del acero y el plástico va produciendo a lo largo de las horas del día y conforme pasan las estaciones.