Opinión 

Sueños de diseño


Félix González-Torres, Sin título, 1991

Si la arquitectura se ha convertido en una fábrica de sueños, no es sólo porque sus ficciones compiten con las del cine en el modelado del imaginario simbólico y la geografía mítica del planeta; es también porque sus formas oníricas dan cuerpo al universo amniótico que se oculta tras los párpados de la noche. Esos ‘disueños’ amorfos surgen en la ciudad diurna como las topografías artificiales de las venatio romanas, fragmentos de naturaleza indócil y arbitraria en la malla regular de la ciudad temática, donde los signos abigarrados se superponen a la música azarosa de las permutaciones. Casas embriológicas y células habitables sólo en el espacio clínico de la galería de arte, esos refugios soñados para el sueño se abren como bolsas marsupiales, protegiendo al habitante de sus íncubos: en su versión portátil, apenas 200 gramos de poliéster que se hinchan como un globo prismático para ofrecer albergue; en su forma más premonitoria, un búnker bacteriológico que delimita en la casa un santuario equívoco y mullido. Dentro de esos úteros el sueño deja sus huellas, semejantes a las de los cuerpos en los lechos que Félix González-Torres mostraba en vallas urbanas para hacer pública la intimidad y la ausencia: el ensueño del amor en las almohadas y las sábanas que amortajan la carne desvanecida...[+]


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