El relato llega a su término, pero éste no es el fin de la historia. En sus últimos compases se manifiesta el protagonismo impetuoso de la multitud, actor y víctima de los tiempos en una escala sinfónica, interpretando otra revolución de las masas que es a la vez orquestación sociológica del individualismo occidental y rechazo coral de esa deriva ensimismada. Atrapadas entre la religión del consumo mercantil o simbólico y la ideología de la conformidad religiosa o tribal, las multitudes del planeta se congregan en empatía gregaria pero no se mueven en direcciones definidas diferentes de las que establecen los gradientes demográficos y económicos. Salvando esta cesura, hay más vínculos que oposición entre el narcisismo próspero de Occidente y el comunitarismo defensivo de Oriente. El comportamiento estadístico de las partículas elementales permite entender que no exista un abismo entre el culto al cuerpo y el culto del espíritu cuando ambos se practican en números interminables. Si la cantidad fagocita la cualidad, Las Vegas y La Meca se convierten en destinos comparables, y no se abren diferencias insalvables entre la multitud unánime de la peregrinación religiosa y la no menos concertada población que emigra ritualmente a los santuarios climáticos del ocio veraniego, por más que la indumentaria o su ausencia finjan una polaridad al cabo inexistente...[+]