Confeccionado con diapositivas de conferencias y clases, este centón visual de arquitecturas, seducciones y horrores se organiza en torno a tres rúbricas: la casa y la ciudad; el cuerpo y la catástrofe; y la crisis y el conflicto. Las secciones se construyen con la unidad elemental de la doble página, y con textos introductorios cada cuatro de ellas que alivian la monotonía de las aperturas formadas casi exclusivamente por imágenes. En su estructura, el número impreso evoca su origen escolar y su archivo material, ya que el frecuente emparejamiento de las ilustraciones en la diagramación proviene de la doble proyección en el aula, y la agrupación de las mismas en los núcleos temáticos de las páginas dobles usa en torno a las veinte diapositivas que caben en una plancha normalizada. He procurado que las imágenes hablen por sí mismas, y sólo he redactado los breves textos anejos después de diagramar las aperturas. El protagonismo del discurso gráfico es un vicio de arquitecto, pero quizá los historiadores del arte—del Warburg de los álbumes al Wölfflin de la proyección paralela— tienen también alguna responsabilidad en el método expositivo. La densidad resultante recuerda algo el abigarramiento de los antiguos gabinetes de pintura, y por eso esta presentación se ilustra con el Panorama de la Galería Central del Museo del Prado, la fotografía de 10 metros de longitud realizada por Laurent entre 1882 y 1883 con 72 tomas ensambladas, que se contemplaba con ayuda de una máquina de rotación. Aquí, la cinta del Grafoscopio se ha reemplazado por una serie de encuadres, aunque engarzados en un panorama de continuidad similar. Con un título que evoca el de otra monografía realizada hace más de quince años—sustituyendo los sueños amables de los ochenta por la crisis áspera de los inicios del milenio—, el millar de imágenes de esta galería de sombras compone un discurso del ojo o contra el ojo, un registro del desorden de los tiempos y acaso también una melancólica llamada al orden.