El desajuste de los mercados inmobiliarios ha reducido sustancialmente el crecimiento económico de los Estados que, como Dubai, eran emblema del boom especulativo. Lejos quedan ya los fastos pirotécnicos que iluminaban el perfil de la palmera construida a orillas del emirato, en terrenos ganados al mar para continuar una expansión que parecía ser interminable. No ha sido así, y la debacle financiera ha desencadenado la suspensión de varios proyectos en el emirato, y en otras muchas ciudades: la Torre Rusia de Norman Foster en Moscú, la Torre Roche de Herzog y de Meuron en Basilea, o la Torre Spire de Santiago Calatrava en Chicago también se han visto afectadas. Asimismo, las consecuencias de estas cancelaciones temporales han perjudicado a la mayoría de estudios de arquitectura, con restructuraciones forzosas y centenares de despidos. La crisis se presenta como un cambio de paradigma: de la forma sigue a la función, a la forma cae con la finanza.