El sitio ocupado por el fuego —el hogar— ha extendido progresivamente su significado hasta englobar, con un sentido entrañable, el entero espacio en el que se habita. De la simple hoguera primitiva a los sofisticados sistemas de caldeamiento puestos a punto por la tecnología moderna, la posición y la trascendencia del foco de calor ha evolucionado paralelamente a la propia cultura de los hábitos domésticos. Luis Fernández- Galiano hace un breve recorrido histórico por la cultura del fuego, desde sus mitos originarios hasta los actuales espacios isotérmicos.
En la percepción de los espacios de la intimidad, el ojo no suele ser tan importante como la piel. Los arquitectos, obstinados habitantes de un universo visual, han prestado una atención escasa a todo aquello que escapa a la mirada...[+]