El objetivo del proyecto era crear una vivienda cuya forma, diseñada según parámetros energéticos, pudieran funcionar adecuadamente bajo diferentes condiciones climáticas sin tener que recurrir a paneles solares.

El primer paso consistió en buscar un emplazamiento donde se pudiera estar fresco en verano; por lo que se eligió un solar situado en pleno bosque, en la ladera norte de un monte, elevado cien metros sobre el nivel del mar. Al mismo tiempo, se tuvo presente el efecto que provoca el aire frío circulando por un túnel en el interior de una montaña. En segunda instancia, se buscó la protección frente a las bajas temperaturas invernales, por lo que se minimizaron las superficies en contacto con el exterior, enterrando gran parte del volumen. De esta manera, el proyecto se fue perfilando según los estudios realizados en términos de luz, temperatura y velocidad del aire. En el esquema final, los espacios habitables quedaron excavados en el suelo y cubiertos por un gran plano inclinado, elevado un metro sobre el terreno, lo que permite la entrada en invierno de rayos solares en el interior de la casa desde el amanecer hasta el crepúsculo, mientras que la protege de la radiación directa en verano. La convección de aire también queda garantizada en situaciones de poco viento; el aire caliente se desplaza a lo largo del plano de la cubierta creando una presión negativa que arrastra el aire frío desde las partes más bajas. En el centro de la cubierta se ha practicado un hueco orientado hacia el norte y con vistas a las montañas. Para salvar la acentuada pendiente, el interior de la vivienda se distribuye en diferentes niveles, lo que genera vistas cruzadas y distintos ambientes, aumentando la privacidad a medida que se desciende.

El bajo coste final de la vivienda fue posible gracias a dos factores: el reciclaje de materiales —los encofrados se reutilizaron como acabado interior—, y el precio de la parcela, que costó menos de la mitad que los solares cercanos, debido a su fuerte inclinación... [+]