La casa Salvans es uno de esos casos en los que lo edificado asume la naturaleza del solar: un magnífico huerto en el corazón del casco de Prats de Lluganés que ha permanecido ajeno al crecimiento del tejido urbano de esta localidad barcelonesa. Un muro de piedra lo rodea y aguanta tanto las tierras exteriores como las propias sobre las vecinas. Ambos niveles sólo coinciden en la antigua puerta de entrada al huerto, que se conserva como acceso principal a la parcela. Un nuevo muro por el lado de levante define otro recinto rectangular adosado, de menor tamaño pero con características muy similares, al que vierten las cubiertas de un antiguo hospital anejo. El huerto y la cisterna —en definitiva, la tierra y el agua— recuperan su antiguo protagonismo transformados en el jardín y la piscina de la casa.
La nueva construcción pretende respetar el carácter de su entorno sin renunciar a las ventajas de la edificación aislada. Para ello se dispone un cajón en la zona oeste de la parcela, sobre la franja edificable definida por la prolongación de los volúmenes vecinos. Un tercer muro que arranca del nivel del huerto limita este espacio, donde se despliega el programa residencial. Con una planta en forma de H, la vivienda se incrusta en el paralelepípedo insinuado, creando cuatro patios que se convierten en las zonas más importantes de la casa.
La búsqueda de buenas orientaciones y de intimidad para las estancias principales, así como el disfrute de las vistas del huerto y la protección a poniente, obligan a disponer las habitaciones alrededor del patio más grande que, como en una casa romana, actúa a modo de atrium al que abren tanto los dormitorios como un peculiar tablinum: el huerto-jardín, que aun siendo exterior conserva el carácter de pieza fundamental del hogar. La forma de las cubiertas, convergiendo a un agua hacia el interior del patio a la manera del compluvium, parece potenciar más si cabe el parecido con la tipología de la domus, salvando la ausencia del característico impluvium central...[+]