En el punto donde confluyen Alemania, Francia y Suiza, y el Rin se hace navegable, Basilea, con 200.000 habitantes y treinta museos, extiende su denominación como ciudad frontera y cultural con el proyecto de ampliación de la estación ferroviaria. Ubicado a diez kilómetros del aeropuerto que comparten los tres países, y a unos pasos hacia el sur de la ciudad histórica, el edificio de finales del siglo XIX se dota de un nuevo carácter: como puerta de entrada a la ciudad y como vínculo entre barrios próximos carentes de conexión directa. Producto de un concurso ganado en 1996, la obra se inscribe en una serie de encargos que la compañía de Ferrocarriles Federales de Suiza, el país europeo con mayor número de trenes turísticos, ha confiado a estudios como los de Gigon y Guyer, Calatrava y Herzog & de Meuron, entre otros.

La remodelación ha supuesto la sustitución del paso subterráneo que conectaba el gran vestíbulo de acceso con los distintos andenes por una pasarela elevada que alberga comercios y otros servicios. El cuerpo izado arranca con una importante apertura en el hall del edificio histórico, desarrollándose bajo las marquesinas existentes y culminando de manera tajante con un volumen destinado exclusivamente a uso comercial que delimita la nueva plaza al otro extremo de las vías, bajo el cual se ha construido un aparcamiento subterráneo con acceso desde la plaza.

Históricamente, ha sido en la sección y más concretamente en la cubierta de las estaciones de ferrocarril donde se ha permitido un mayor grado de libertad. Es ahí donde se ha concentrado la singularidad formal acorde a su condición simultánea de monumento representativo y lugar de paso. Visible desde varios puntos, la silueta dentada de la cubierta metálica crea un nuevo paisaje sobre Basilea. El antiguo vestíbulo de la terminal recupera el protagonismo que había perdido, y la ciudad adquiere un perfil urbano más escarpado. La línea fracturada del envoltorio y la inclinación de sus paños definen un contorno casi topográfico que responde en su altura cambiante a las funciones que se suceden en el interior. La cubierta, tras cabalgar sobre las marquesinas existentes, baja en la zona central para volver a elevarse en el lado sur, o bien cae dramáticamente para acompañar a los viajeros hasta la nueva plaza.

Una larga serie de dinteles, perpendiculares al sentido de la vía ferroviaria, se inicia en la apertura del muro sur de la antigua estación, reforzando la disposición secuencial del espacio interior. La libertad caligráfica, presente en obras anteriores del estudio, como el pabellón español en Hannover o el centro de visitantes de Doñana, remite en este caso al proyecto de Reima Pietilä para la embajada de Finlandia en Nueva Delhi, de 1963.

Toda la intervención ha sido ejecutada sin alterar el intenso funcionamiento de la estación, lo que ha obligado a construir la gran losa inferior de hormigón fuera del haz de las vías, desplazándola posteriormente, andén por andén, hasta alcanzar el cuerpo central. Este proceso laborioso supuso la adopción de una planta estricta y regular que se materializa en un rectángulo de 185 x 30 metros, dilatada sólo en su proximidad al vestíbulo para hacerla coincidir en dimensión con el amplio arco de la cubierta del edificio existente...[+]


Obra
Ampliación de la estación central, Basilea.

Cliente
Schweizerische Bundesbahnen, SBB. 

Arquitectos
Cruz y Ortiz con Giraudi & Wettstein. 

Colaboradores
J.C. Mulero, M. Velasco, L. Gutiérrez, P. Vitali, M. Delmenico, T. Radczuweit; Itten + Brechbühl (dirección de obra). 

Consultores
Passera & Pedretti (estructuras); Suiselectra(instalaciones).

Fotos
Duccio Malagamba.