Contenido
Cohabitación europea. La rigidez normativa de la promoción pública y la vocación comercial de la privada no estimulan un debate necesario sobre el proyecto residencial, cuyos términos hay que buscar primero fuera de la disciplina, en las demandas de una sociedad cambiante para la que el hecho de habitar tiene connotaciones nuevas. Convocatorias como Europan fueron en su día pioneras en ofrecer una perspectiva continental de la vivienda, y ese territorio que está borrando sus fronteras es hoy punto de partida inevitable a la hora de identificar necesidades, contrastar experiencias y buscar alternativas.
Sumario
Ernst Hubeli
Lo indefinido y lo singular
Viviendas sin hogar
David Cohn
Paisajes residenciales
Europan VI: un balance
Diez proyectos españoles
De Baracaldo a Valencia
De Almada a Mönchengladbach
Tema de portada
Fábricas urbanas. La vivienda nueva rejuvenece el centro de la ciudad vieja al introducir un ingrediente de variedad en la homogeneidad del barrio; y el cambio a uso residencial recupera tejidos fabriles obsoletos o periféricos.
Arquitectura
Herzog y de Meuron, París
BKK-3, Viena
Van der Pol, Amsterdam
Jean Nouvel, Viena
Tipos amables.. Desde el bloque a la manzana, las formas tradicionales de habitación son perfectibles, en su relación con el contexto urbano y a la luz de imperativos como el ahorro energético o el cambio de los hábitos domésticos. Burkard y Meyer, Baden
Gert Wingårdh, Malmö
Manuel Brullet, El Prat
Fink y Jocher, CoburgPrismas singulares. La ciudad se construye con normas y se cualifica con excepciones; envueltos en seductoras pieles, los prismas residenciales se prestan tanto a la regularidad como a la variedad de configuraciones y tamaños.
Souto de Moura, Maia
Nieto y Sobejano, Sevilla
Álvaro Siza, Maastricht
Claus y Kaan, Almere
Argumentos y reseñas
Concurso y consenso. Chipperfield ha ganado el concurso para remodelar la fachada monumental de Teruel; y Moneo ha vencido, por votación popular, en el convocado para la nueva sede del gobierno cántabro en Santander.
Arte / Cultura
Luis Fernández-Galiano
Chipperfield en Teruel
Vicente Patón
Moneo en Santander
Gallegos de Madrid. Las vidas de Antonio Palacios y Antonio Flórez, coetáneos y gallegos, sólo tienen en común Madrid, que les debe, respectivamente, algunas de sus arquitecturas públicas y escolares más significativas. Javier Gª-Gutiérrez Mosteiro
El Madrid de Antonio Palacios
Francisco Burgos
Antonio Flórez, aulas laicasDe la exégesis al repertorio. Jencks revisa y amplía su libro sobre Le Corbusier; aumenta el catálogo de monografías de autores españoles; y aparece un diccionario de términos que describen nuevas realidades arquitectónicas.
Historietas de Focho
Glenn Murcutt
Autores varios
Libros
Últimos proyectos
Levantar el telón. La brillante carcasa metálica de Tschumi en Rouen alberga una sala de conciertos de rock y se convierte en hito urbano; el delicado juego de pieles ligeras de Jakob y MacFarlane actualiza la imagen del teatro de Pont Audemer; la expresiva macla de piezas en torno a una rampa espiral de Bolles y Wilson proporciona otra sede al mítico teatro Luxor de Amsterdam; y la espectacular sala de Ricciotti para la Filarmónica de Brandemburgo contribuye a preservar parte de la memoria construida de Potsdam.
Técnica / Diseño
Bernard Tschumi
Zénith, Rouen
Jakob y MacFarlane
Teatro, Pont Audemer
Bolles y Wilson
Teatro Luxor, Amsterdam
Rudy Ricciotti
Sala filarmónica, Potsdam
Para terminar, un comentario de Luis Fernández-Galiano sobre las relaciones entre industria del ocio, arte y arquitectura, a propósito de las sucursales del Guggenheim y el Hermitage diseñadas por Koolhaas en Las Vegas. Productos
Fotografía, software, ferias
Luis Fernández-Galiano
El espectáculo debe continuar
Luis Fernández-Galiano
Cohabitación europea
La Europa de la moneda única es un proyecto arquitectónico: requiere firmitas política, utilitas social y venustas cultural. Los nuevos billetes se ilustran con edificios y obras públicas que representan a la vez el singular patrimonio del viejo continente y su actual proyecto colectivo de construcción de una casa común, tendiendo puentes y abriendo ventanas sobre fronteras obsoletas. Encabalgado entre el pasado y el futuro, este proyecto histórico tiene una dimensión política que es también territorial y urbana, porque afecta la conformación física de los paisajes europeos; una dimensión social que es demográfica y funcional, porque se refiere a las demandas de dotaciones y servicios de las poblaciones del continente; y una dimensión cultural que es, inevitablemente, comunicativa y simbólica, porque se sitúa en el ámbito de la percepción y los valores compartidos. Algo más que un mercado y algo menos que un estado, la Europa del euro es un proceso abierto, esperanzado e impreciso.
En esta casa en obras vivimos ahora, ignorantes aún de sus dimensiones o habitantes definitivos, pero razonablemente obstinados en procurar que el proyecto no descarrile en el obstáculo del euroescepticismo. Cohabitamos Europa mientras su construcción adquiere forma, y este término equívoco remite simultáneamente a la naturaleza provisional del acomodo, a la voluntad de habitar en común el territorio, y a las formas colectivas de alojamiento características del espacio europeo. Esta cohabitación desplaza estudiantes y costumbres, mezcla gentes e idiomas, desdibuja identidades nacionales y alimenta un nuevo núcleo de referencia institucional y emotiva. Y en este crisol comunitario adquieren una renovada vigencia la vivienda y la ciudad europeas, un estratificado acervo de tradición y experiencias con el que dialogan críticamente los jóvenes arquitectos que concursan en el laboratorio coral de Europan y los profesionales avezados que navegan con soltura por las geografías del continente.
La construcción de Europa tiene, desde luego, tantas sombras pretéritas como incertidumbres futuras. Carlomagno descansa en una penumbra pacífica que no ha alcanzado aún a las armas mercenarias del Emperador Carlos, a las tropas revolucionarias de Bonaparte o las divisiones acorazadas de Hitler, tres proyectos hegemónicos de Europa que la memoria histórica no ha sabido todavía amortizar. Por su parte, el actual proyecto adolece de insuficiente legitimidad democrática, excesiva dispersión en el liderazgo y borrosa definición de los objetivos, tres heridas que debilitan la autonomía de Europa frente a la pujanza económica y militar de nuestro socio atlántico, unos Estados Unidos que han respondido al 11-S con una marea de fervor patriótico que ha mudado el multilateralismo en subordinación. Si este cada vez más nítido papel ancilar será compatible con la cohabitación europea es tan difícil de predecir como la cotización futura de esa moneda recién nacida cuyos billetes intactos crujen entre los dedos.