Entre el interior y la costa —a sólo nueve kilómetros—, Sa Pobla se encuentra al norte de la isla de Mallorca, entre la sierra de Tramontana, el Pla y la bahía de Alcúdia. Con una población de casi 13.000 habitantes, el municipio comprende tres áreas diferenciadas: una fértil llanura dedicada a la agricultura de regadío; la albufera, de gran valor paisajístico y ecológico donde confluyen dos torrentes; y la zona baja de la sierra, con el monte de la Atalaya, de 339 metros, cuya verticalidad es un punto de contraste con las dos áreas anteriores. De la tradicional dedicación a la agricultura, en los últimos años Sa Pobla ha comenzado a diversificar su actividad, atendiendo más a los sectores comercial, industrial y de servicios, y con la intención de potenciar el turismo en la zona.

La alineación de la calle se mantiene y se reconoce la profundidad del solar; los edificios se disponen adosados a los límites, jugando con las medianeras; un patio-plaza interior organiza las zonas públicas y las circulaciones. 

Resultado de un concurso de ideas celebrado en 2008, la propuesta de viviendas sociales en el municipio balear toma como punto de partida un conjunto de elementos próximos como el clima, el carácter de la gente, la manera de vivir, y se inspira en rasgos que se pueden observar al pasear por el lugar: los patios, los filtros, la luz, el parcelario, la pequeña escala de las edificaciones, descubriendo lo particular de cada vivienda y lo sorprendente de su agrupación (dónde acaba una vivienda y empieza la siguiente).

Formado por 19 unidades, el proyecto sigue una lógica de agregación espacial que da lugar a distintas configuraciones partiendo de los mismos elementos modulares; esto permite responder a diferentes necesidades.  

El proyecto pretende dar protagonismo a los matices y la escala acotada de lo doméstico y lo particular. Se desarrolla así un catálogo de viviendas agrupadas tridimensionalmente —agregación— siguiendo unas reglas claras, sencillas y lo suficientemente abiertas como para resolver un conjunto adaptado a la diversidad de situaciones que el programa demandado y el entorno requieren. Se respeta la alineación a la calle y se reconoce la profundidad del solar. El conjunto se estira entre los límites, juega con las medianeras que lo limitan, haciendo desaparecer unas y valorando otras, y envuelve un patio interior-plaza que organiza las circulaciones y zonas públicas.

Las unidades de vivienda se generan a partir de un espacio de una o dos alturas —módulo estar/comedor/cocina— al que se agregan otros espacios de menor tamaño —módulos dormitorio-baño/ dormitorio-almacenaje). Las diferentes posibilidades de agregación dan lugar a distintas configuraciones espaciales para unos mismos elementos de programa, o diferentes superficies según el número de módulos agregados. Esta lógica de agregación espacial permite pensar en cada unidad en relación a un conjunto que busca ofrecer un paisaje variado, rico en matices y adaptado a sus condiciones físicas sin perder la calidad, el rigor y la estandarización que el desarrollo de la vivienda social requiere.

Las unidades de vivienda parten de un módulo de una o dos alturas que reúne estar, comedor y cocina, al que se adosan otros módulos menores; esta configuración   da lugar a múltiples  posibilidades espaciales.


Cliente Client

Institut Balear de l’Habitatge (IBAVI)

Arquitectos Architects

Pep Ripoll, Juan Miguel Tizón

Colaboradores Collaborators

Pablo García, Luis Sánchez (arquitectos architects); Toni Arqué (aparejador quantity surveyor)

Consultores Consultants

Jorge Martín (estructura structure); TIIS Ingenieria (instalaciones mechanical engineering)

Contratista Contractor

Obras y Construcciones Pedro Siles SL

Superficie construida Floor area

2.498 m²

Presupuesto Budget

1.576.224 euros

Fotos Photos

José Hevia