El desarrollo de las viviendas en Renca, una comuna al noroeste de Santiago, se puso en marcha tras la agrupación de las familias de varios campamentos informales de la zona para reclamar una vivienda digna sin tener que ser erradicados a la periferia. Así pues, se les ofreció un terreno vecino, pero con el incoveniente de que el suelo contaba con un promedio de tres metros de materiales de relleno, que había que retirar. Con este gran sobrecoste, las decisiones de diseño priorizaron la optimización de recursos para abaratar la construcción y que las familias pudiesen quedarse. En primer lugar, los accesos se concentran hacia la avenida principal, cada uno sirviendo a 25 casas. Por otro lado, la ampliación de las viviendas se realiza dentro del volumen inicial, añadiendo un forjado, lo que permite comprimir al máximo la huella del conjunto y disminuir en un tercio la superficie de terreno a mejorar. Como consecuencia, el tercio restante pudo usarse para dejar los escombros retirados, eliminando costes de traslado, y el material pudo emplearse en levantar un parque con relieve que protege el conjunto de la autopista. Por último, las viviendas se modulan a partir de un elemento medianero de tres alturas que sirve de estructura y cortafuegos y que concentra, a su vez, todas las instalaciones y la circulación interior.