La solución ganadora de un concurso convocado por la Empresa Municipal de la Vivienda se inserta en un entorno definido por la edificación en manzana cerrada de poca altura. Dos bloques paralelos suturan las alineaciones de fachada de las calles Emilio Ortuño y Monte Urgull, definiendo un patio que concentra los accesos al garaje y los portales. El gran desnivel existente entre las vías que limitan el solar condiciona la sección del conjunto y el tratamiento del vacío central. Una galería abierta divide longitudinalmente este espacio y centraliza las entradas al bloque que linda con la calle superior. Los portales de esta pieza se sitúan una planta por encima de los de su gemela, apoyándose sobre un semisótano de garajes. El movimiento se canaliza por el interior de la manzana, que adquiere así un carácter semipúblico, de lugar de tránsito entre la calle y la casa.

Veintiocho unidades de vivienda se distribuyen en dos edificios de tres plantas más otra de áticos. Sometidas a las restricciones de la normativa, encuentran en la definición del hueco un medio para cualificar el espacio. Unas ventanas de suelo a techo se agrupan por pares al exterior inscribiéndose en el orden generado por el sistema constructivo del edificio. Grandes paneles de hormigón prefabricado determinan una fachada en la que éstos alternan con las franjas verticales de acero y vidrio. La altura de los prefabricados permite su uso como elemento estructural en la sujeción de los forjados. La estrecha relación entre estructura y forma definida de esta manera logra que cada planta del edificio adquiera su aspecto final a medida que se levanta. Los tendederos quedan ocultos tras una de estas piezas opacas; únicamente una junta biselada en planta baja nos da una pista de su existencia.

El ritmo regulador de los alzados se rompe tan sólo al incorporar la entrada de coches por la calle inferior. Una vez atravesado este zaguán, la piel del patio pierde algo de la austera severidad exterior incorporando un tono rojizo en el enfoscado de muros y petos de garaje. La acera invade el nivel inferior de este espacio pavimentado con adoquín de hormigón, sugiriendo su talante urbano. Los alzados interiores de la manzana, realizados con el sistema construido ya descrito, incorporan las irregularidades de los rellanos de escalera en las bandas acristaladas y acusan las salidas a la azotea en la línea de cornisa. La escalera que une los dos niveles de acceso propone a los inquilinos un atajo a través de la manzana. El interior del bloque aloja así un mundo informal y ajetreado que, fomentando el encuentro, quiere ser germen de la vida en vecindad...[+]