Situado en el distrito de Carabanchel, rematando una larga y delgada franja de parque, el proyecto evita la tipología de manzana cerrada, que con su perímetro construido establece una diferencia espacial total entre el exterior y el interior, cual anverso y reverso. En consonancia con su emplazamiento, la manzana se abre y renuncia a la centralidad para crear así una mayor continuidad espacial respecto del parque contiguo. Para ello se invierte el modo habitual de ocupación, partiendo no ya del perímetro sino desde el centro hacia los bordes, mediante un cuerpo sinuoso, que se traza desde la diagonal máxima entre las esquinas opuestas de la parcela, y desde ahí se prolonga en sendos cuerpos curvos, que terminan de configurar el espacio de la manzana sin cerrarlo.

Con planta en forma de Z y fachadas onduladas de ladrillo en color crudo, el edificio contiene 101 viviendas de protección oficial que disfrutan de doble orientación, siendo ésta triple en aquellas que ocupan los extremos. La masa edificada adquiere así una suerte de movimiento que le imprime un cierto carácter orgánico, manifiesto también en el parque contiguo, y que se traduce en un aspecto dinámico y en una gran variedad en cuanto a las distribuciones interiores de las viviendas.