Situado en el segundo anillo de crecimiento de la ciudad de Dijon, el campus de la Universidad de Borgoña ha sido objeto de un plan de ordenación fruto de la colaboración del estudio con Rémy Zaugg. Una avenida de nueva creación, conocida como la ‘Vía del siglo xxi’, estructura el conjunto y reúne usos complementarios al servicio de la comunidad estudiantil tales como residencias, institutos, comercios, y zonas deportivas. Es junto a este eje urbano donde se levanta el complejo Antipodes I, integrándose en la sucesión que alterna zonas construidas con espacios verdes y marca la transición del recinto universitario hacia la naturaleza circundante.

Para acomodar los 355 apartamentos previstos se proyectó un bloque de unos 300 metros de longitud, susceptible de ser agrupado con flexibilidad y de responder a los distintos requerimientos urbanos. Esta unidad básica consta de un corredor abierto de gran anchura al que se adosan por uno de sus lados las viviendas, cuyas dimensiones oscilan entre los 18 metros cuadrados asignados al alojamiento individual y los 99 con que cuentan los colectivos, compartidos por 6 estudiantes. Con sus tres metros de ancho, la galería se constituye en espacio de relación y encuentro que amplía como una terraza semicubierta el exiguo espacio del hábitat estudiantil. La idea primera de comunicar interior y exterior mediante puertas de garaje transparentes no pudo llevarse finalmente a cabo, pero los paneles de madera baquelizada que ahora separan los apartamentos del pasillo conservan un carácter de piezas de mobiliario, haciendo de dicho ámbito una suerte de cuarto de estar.

Este pasaje cubierto es además el elemento que, orientado en dirección norte-sur, discurre paralelo a la calle y vertebra el conjunto. Los paquetes de habitaciones se adosan alternativamente a un lado y a otro del mismo, definiendo de este modo una serie de patios abiertos en fachada. En el lado que da a la calle, los retranqueos agrupan tras un pequeño muro los buzones y el aparcamiento reservado a las bicicletas y, por el lado opuesto, se abren sin obstáculos al espacio ajardinado. El contraste entre la tersura de los alzados correspondientes a las habitaciones y el efecto plástico de los antepechos en los frentes de corredores reduce visualmente la longitud de la actuación. Las escaleras que rompen los testeros y el escalonamiento sucesivo de los bloques para adaptarse al terreno contribuyen igualmente a esta fragmentación, sin renunciar a la cohesión garantizada por las bandas horizontales de hormigón de distinto tono que atan el conjunto.[+][+]