El entorno del Vieux Port de Marsella, uno de los grandes puertos del Mediterráneo, ha sido transformado para devolver el carácter público a un espacio que en los últimos años se había desligado de la vida de la ciudad. Este plan de regeneración urbana recupera el muelle como espacio cívico y elimina la mayor parte del tráfico, generando nuevos lugares para actuaciones y creando un frente marítimo donde los ciudadanos puedan pasear a salvo. La operación forma parte de un conjunto de proyectos que han sido construidos para acoger los eventos relacionados con el nombramiento de Marsella —junto con la ciudad eslovaca de Kosice— como Capital Europea de la Cultura 2013.

La transformación se lleva a cabo mediante una serie de intervenciones arquitectónicas mínimas que respetan el carácter original del puerto. En Quai des Belges, en la esquina este, una lámina de acero inoxidable proporciona sombra y cobijo, creando un nuevo lugar para eventos, mercado y actuaciones. El nuevo pabellón es literalmente el reflejo de sus alrededores, ya que la superficie inferior de acero inoxidable pulido actúa como un espejo en el que se reproduce la actividad del muelle y el movimiento de los ciudadanos.

Abierto en sus cuatro frentes, el umbráculo rectangular de 46 por 22 metros se apoya en ocho esbeltos pilares. Sobre una lámina espejada perfectamente horizontal se oculta el entramado de perfiles metálicos que configura la fina cubierta de cuatro vertientes. Antes de llegar al perímetro exterior, un canalón recoge el agua de lluvia y la redirige hacia las bajantes embebidas en los soportes. Conforme se aproximan al final de la marquesina, los perfiles disminuyen su sección siguiendo una curva continua hasta que el espesor en el borde es mínimo. Así, el pabellón se percibe como una lámina metálica sorprendentemente fina que se mantiene en una perfecta posición horizontal.

Desarrollado en colaboración con Michel Desvigne, el proyecto paisajístico incluye un nuevo pavimento de granito claro, que imita los adoquines originales de piedra caliza. Las zonas verdes se reducen al mínimo sustituyéndolas por materiales más resistentes, que se adaptan a las duras condiciones del puerto. Para mejorar la accesibilidad se eliminan bordillos y cambios de nivel; y se usan bolardos retráctiles que mejoran la flexibilidad del espacio. Con la ampliación de la superficie peatonal, las instalaciones técnicas del muelle han sido reemplazadas por nuevas plataformas y almacenes sobre el agua. Éstos permiten que, a pesar de la transformación, la actividad portuaria continúe.