El abuso de espacios indefinidos, de terrains vagues que debilitan la vida urbana y marginan las periferias, es una de las consecuencias negativas de la planificación moderna. Combatir tal indefinición densificando el programa existente e incorporando nuevos usos privados ha sido el objetivo de la rehabilitación de 709 viviendas en Génicart, un barrio a las afueras de la localidad aquitana de Lormont que está formado por tres torres y cinco bloques de vivienda colectiva y se divide en cuatro sectores: Saint-Hilaire (387 viviendas), Leroy (114 viviendas), La Boétie (105 viviendas) y Villon (104 viviendas). El complejo residencial ocupa el 10% de la superficie del municipio, mientras que acoge a casi la mitad de su población, unas 10.500 personas.

El grueso del proyecto urbano se concentra, principalmente, en la intervención sobre el programa y la reestructuración de los espacios públicos —plazas, parques, zonas de juego—, además de en la creación de aparcamientos en los límites exteriores del complejo que permitan liberar el suelo de la servidumbre del coche. Todo ello con el objetivo de mitigar la presencia de vacíos urbanos sin uso y sacar el máximo partido posible de los generosos espacios libres, de condición moderna, en torno a los cuales se disponen los bloques residenciales.

La rehabilitación de las fachadas —con el objetivo inicial de mejorar su comportamiento energético—abre la puerta a una aproximación dual al proyecto de recuperación: por un lado, la intervención sobre la envolvente aumenta la superficie de las viviendas (transformando las terrazas en galerías acristaladas que ven ampliada su anchura de 93 cm a 160 cm) a la vez que mejora sus prestaciones constructivas y energéticas; y, por otro, las distintas configuraciones de fachada dotan a los edificios de una nueva imagen, al tiempo que les otorgan una identidad propia dentro del conjunto.

En cada uno de los cuatro sectores en los que se divide el proyecto se interviene de forma diferente. Las tres torres que conforman el sector de Saint-Hilaire configuran una nueva gran plaza con un espacio de juegos para niños, y destacan por la abstracción geométrica de sus fachadas vidriadas de paneles móviles. Por su parte, los bloques lineales se caracterizan por la presencia de balcones alargados que enfatizan su condición horizontal, en claro contraste con la verticalidad de las torres. Este contraste también se pone de manifiesto en los distintos cerramientos empleados, con materiales y patrones diferentes, que hacen énfasis en la idea de dar a cada uno de los bloques una imagen propia.