Este edificio de oficinas y comercios se sitúa sobre la última parcela libre de la primera fase del proyecto urbano de Euralille, diseñado por Rem Koolhaas a principios de la década de 1990 coincidiendo con la llegada del tren de alta velocidad a la ciudad, y que se comenzó a construir en 1998. Al mismo tiempo, funciona como elemento catalizador para activar los planes de redensificación de la zona impulsados por SPL Euralille, la entidad pública a cargo del proyecto. Además, el edificio debía mejorar la conexión entre el nuevo desarrollo urbanístico y el tejido consolidado del barrio de Saint-Maurice, dos zonas que, hasta el momento, se encontraban separadas por las vías del tren y una autovía de circunvalación.

Aprovechando la posición estratégica del solar —donde confluyen diferentes ejes visuales y de circulación—, el edificio adopta la forma de una pequeña torre apoyada sobre un zócalo, una torre cuyo replanteo genera un nuevo espacio público en el que se combinan lo público y lo privado, lo vertical y lo horizontal. Organizado en torno a un núcleo central de hormigón y dividido en tres partes, el edificio está formado por un juego de bandas continuas que cubren los cantos de forjado, y de paños perforados de suelo a techo, entre los que se colocan de manera alterna grandes huecos de vidrio que permiten una visión panorámica abierta de 360º para capturar las mejores vistas de la ciudad. Estos vidrios son laminados e incorporan un tratamiento para proteger el interior del edificio del exceso de radiación solar y atenuar la contaminación acústica. La volumetría del edificio varía para adaptarse a las diferentes escalas que conforman su contexto urbano: hacia el suroeste forma un punto de referencia que conecta visualmente las dos estaciones ferroviarias, al norte el zócalo de planta baja se alinea con la tapia del cementerio, mientras que cuando mira hacia Saint-Maurice adapta su escala para dialogar con los edificios vecinos e integrarse en el tejido urbano característico de los suburbios.

Lo más singular desde el punto de vista constructivo es la solución ventilada de la envolvente, que está construida con paneles de cobre prepatinado dispuestos cada 1,35 metros y sostenidos con montantes del mismo material, de 15 milímetros de espesor, y que se fijan a la hoja interior portante mediante anclajes de acero. Mientras que las zonas vidriadas de la fachada se protegen gracias a una celosía de montantes de cobre, las opacas se aíslan con lana de roca de 20 centímetros de espesor y se matizan, en función de la orientación, con una serie de paneles cuya perforación puede llegar al 40%.