Este proyecto de cuarenta viviendas recuerda por su geometría a los bloques en esquina característicos de la era Haussmann, unos edificios diseñados en su momento como viviendas para familias burguesas, pero que se han ido transformando con el tiempo en oficinas, talleres, escuelas o negocios de todo tipo. Esta flexibilidad de uso a lo largo de su vida útil responde a unas constantes latentes: la claridad estructural, un alto grado de compacidad, una planta baja abierta a la calle y la amplitud de los huecos y alturas libres. Este vocabulario constructivo pone de manifiesto la vigencia del modelo ‘haussmaniano’ frente a los desafíos de la arquitectura contemporánea y se convierte en la directriz conceptual del proyecto.

La estricta composición de la fachada no responde a las necesidades particulares de un momento determinado, sino que se concibe bajo la premisa de la posible transformación de los usos del edificio a lo largo de los años. La altura entre forjados es de 3,20 metros, una medida intermedia entre los 2,8 metros típicos en las viviendas y los 3,5 metros propios de las oficinas. El sistema de modulación de la fachada mediante elementos de 1,35 metros permite que los huecos alcancen los 2,70 metros de ancho, una medida adecuada también para la iluminación correcta de los espacios de trabajo. Todo el edificio, desde la organización de los distintos niveles hasta la proporción de los espacios, pasando por la regularidad de las ventanas, facilita cualquier modificación futura en la configuración interna de edificio. Las galerías de las viviendas, unos espacios exteriores cuya superficie oscila entre

5 y 12 m², permanecen retranqueadas respecto de la fachada, embebidas en el volumen. Éstas, junto con la amplitud de los huecos y la generosa altura libre resultante, dan lugar a unos apartamentos espaciosos con abundante luz natural.

En respuesta a los requisitos de confort térmico interior, las aperturas presentan pequeñas diferencias en función de su orientación. Así, hacia el sur las ventanas van de suelo a techo, mientras que aquellas que miran al norte parten de un pequeño alféizar; además, también pueden variar en su posición, pudiendo estar retranqueadas o alineadas con la fachada, o contar con sistemas practicables de protección frente a la radiación solar al exterior o al interior. La estandarización hace posible el uso de productos prefabricados de alta calidad para la configuración del cerramiento. Se emplean, así, tres módulos de doble capa cuya cara exterior es de hormigón pulido. La unión entre los diferentes paneles se resuelve mediante juntas de aluminio lacado en negro.