El proyecto se inserta en La Goutte d’Or, un barrio en proceso de rehabilitación que es el reflejo de todas las olas de inmigración en la capital: primero las de la Francia rural, más tarde aquellas de la Europa mediterránea y de la central y, por último, las de África. La parcela se sitúa en el ángulo sudeste del barrio, entre el bulevar de la Chapelle y la Rue de Chartres, dos ambientes urbanos en claro contraste, tanto por su nivel sonoro como por su densidad de población. El bulevar de la Chapelle es una de las espinas dorsales de la conexión este-oeste de la ciudad, caracterizado por el paso del metro aéreo; por su parte, la Rue de Chartres es una de las entradas desde La Goutte d’Or al centro de la capital.

Dos programas diferentes coexisten en el seno de este proyecto. El primero es un centro de acogida, de seguimiento y educación para la reducción de riesgos por la drogradicción, que está abierto sólo durante el día. El segundo propone pequeñas viviendas de reinserción para antiguos toxicómanos. El reto es, por tanto, crear sobre una misma parcela dos edificios separados según sus usos. El proyecto se convierte así en una estructura vertical inserta en el tejido circundante y caracterizada por un vacío central que separa los dos programas en volúmenes independientes. La idea del proyecto es esta conexión: una grieta que permita la existencia de un espacio de transición entre la ciudad y la habitación, entre el gran paisaje y el hogar.

El centro de acogida y reinserción se sitúa en los tres primeros niveles y dispone de un subsuelo que alberga vestuarios y locales técnicos. Las viviendas ocupan de la tercera a la sexta planta, y se organizan alrededor de un núcleo de circulación central, al aire libre, conectado a una serie de pasarelas que funcionan como espacio de interacción. Por su parte, los apartamentos de las últimas plantas disponen de grandes terrazas panorámicas. El acceso a las viviendas se encuentra en la Rue de Chartres, ya que esta calle cuenta con la ventaja de pertenecer a un tejido más social, más urbano, a escala humana. En cambio, la entrada al centro de reinserción, que debía ser más anónima, se sitúa en el bulevar.

La existencia de diferentes tejidos urbanos y el posicionamiento del edificio en la parcela condicionan la composición de las fachadas. Una serie de pequeños huecos organizados de manera asimétrica dibuja la fachada al sur, como respuesta al carácter dinámico y caótico del bulevar. Un diseño más ordenado caracteriza la fachada norte, más abierta para introducir la luz natural al interior del edificio y suavizar la presencia del proyecto en su entorno.