En pleno centro de Santander, en el área ocupada anteriormente por un patio de recreo compartido por 1.000 niños distribuidos en tres colegios, debía insertarse un pabellón polideportivo que, además de experimentar un intenso uso escolar, iba a dotara a la zona de un equipamiento de barrio reiteradamente solicitado en los últimos años. El programa del pabellón incluía una pista cubierta de 45x24 metros libres con gradas para 250 espectadores, amplios vestuarios, un gimnasio y un almacén, todo ello adaptado para alumnos con discapacidad. Además debía tenerse en cuenta su funcionamiento fuera del horario escolar, incluso como sede de los equipos locales los fines de semana, para lo que se requería un acceso independiente desde la calle. La intervención no debía reducir la superficie disponible como patio de colegio, por lo que el aprovechamiento de la cubierta del nuevo edificio estaba plenamente justificado. El antiguo patio se dividió en dos partes casi iguales, interviniendo en la zona más alejada de la plaza de Numancia para duplicar la superficie de partida, convirtiendo la cubierta del nuevo edificio en un nuevo patio (P2) situado a 7 metros sobre el nivel de la calle. El volumen principal se adosa a las medianeras existentes, quedando el nuevo patio (P1) delante de la fachada principal del polideportivo, por donde se produce el acceso general. Para lograr un acuerdo entre los desembarcos de las rampas de conexión entre las piezas, la pista cubierta (P3) se excava, quedando a 2,85 metros bajo la cota de la calle, de modo que el volumen exterior queda reducido. En la actualidad, cuando las instalaciones llevan funcionando un año, resulta que cada uno de los tres nuevos patios se ha especializado para albergar un determinado tipo de usuarios y actividades: en el P1 juegan los mayores, mayoritariamente al fútbol; el P2 es el espacio controlado por los más pequeños, y el P3 se utiliza para cualquier actividad que requiera un amplio espacio cubierto, como cuando aparece la lluvia a la hora del recreo... [+]