Aulario y pabellón deportivo, Madrid
Junquera arquitectos 

Aulario y pabellón deportivo, Madrid

Junquera arquitectos 


La decisión de  ampliar el colegio Estudio se remonta al año 1993, cuando el nuevo plan director define un programa que optimiza los espacios existentes e incorpora nuevas aulas, laboratorios, salas de profesores y un gimnasio cubierto. Ocupando la parcela colindante al conjunto que construyó Fernando Higueras, compuesto por pabellones con amplios balcones corridos y cubiertas de teja a cuatro aguas, el nuevo edificio debía cumplir dos premisas difícilmente conciliables: una ocupación mínima en planta —el suelo es escaso y su coste muy elevado, por lo que un diseño en altura abarataría la solución— y una presencia que no compitiese con lo existente.

Construido como una gran caja de hormigón blanco empotrada en el terreno, el nuevo pabellón comprime en dos niveles usos antagónicos: el aulario se sitúa en la parte superior, cubriendo el gran espacio polideportivo.

A caballo entre los dos niveles del solar, la solución viene de la mano de una gran caja de hormigón blanco y planta cuadrangular, levemente girada respecto al colegio, frente al que establece sus propios ejes y un nuevo acceso. Hacia el antiguo edificio se levanta la fachada menor, de una sola planta y tres accesos a través de ligeras rampas que reducen la escala del volumen, mientras que en el lado opuesto y enfrentando la calle emerge una amplia fachada reticular que supera los doce metros. En el interior, la sala de deportes se entierra en una cota inferior al nivel más bajo del solar, interponiendo entre el muro de contención y la pista una crujía exenta de espacios de servicios en tres alturas —vestuarios, despachos y áreas abiertas de estancia— que asoman a la cancha a través del graderío. Hacia el muro se sitúa un patio atravesado por haces de luz que dibujan círculos luminosos en distintos puntos del espacio conforme avanza el día, gracias a los seis huecos perforados en la cubierta. Una fachada de vidrio en la cara norte comunica visualmente la antigua cancha al aire libre con el interior del pabellón deportivo.

El aulario, la otra gran parte del programa, se construye en base a una retícula de salas embebidas en la estructura de grandes luces que cubre la pista de deportes. Se genera así una cubierta habitada que actualiza el diseño de Alejandro de la Sota para el gimnasio del colegio Maravillas, y lo lleva a toda la extensión de la pieza. Esta ‘tapa’ incorpora en su parte central un gran hueco que permite que la luz blanca atrapada por bandas de lucernarios orientados al norte alcance la pista deportiva. Una estructura compuesta por vigas de hormigón postensado y celosías de acero posibilita la ocupación de la cubierta, mientras que un estudiado diseño acústico, a base de un falso techo entre el gimnasio y las aulas, consigue armonizar, en un mismo contenedor, el estudio y la práctica deportiva.

La estructura de vigas de hormigón postensado de 19 metros y celosías de acero de 32 metros permite ocupar el espacio de la cubierta y salvar las grandes luces de la cancha sin pilares intermedios.


Cliente Client

Colegio Estudio

Arquitectos Architects

Jerónimo Junquera, Liliana Obal 

Colaboradores Collaborators

Juan Manuel Palacios (arquitecto architect); Fernando Vasco (aparejador quantity surveyor)

Consultores Consultants

Carlos Fernández Casado S. L. (estructura structure); Rafael Úrculo (instalaciones mechanical engineering); Manuel Margarida (acústica acoustics

Contratista Contractor

NECSO; Hiberlux (carpintería metálica, muro cortina y lucernarios metal framework, curtain wall and skylights)

Fotos Photos

Javier Azurmendi