Este proyecto artístico interviene en una pequeña población de la isla japonesa de Inujima, situada en el mar interior de Seto y caracterizada por un entorno natural privilegiado. Mediante la creación de una serie de pabellones, entornos expositivos y actuaciones paisajísticas que se dispersan por el tejido rural, el proyecto busca crear un nuevo ambiente general para el pueblo donde éste se convierta en un museo, de forma que la propia arquitectura y el arte expuesto en ella se fundan con las casas, el paisaje, el cielo y el mar.

Cada pabellón responde a su localización concreta, seleccionada generalmente por criterios como la altitud y las vistas sobre el mar, el entorno inmediato y las rutinas de vida del pueblo. Dichos factores de análisis definen la forma, tamaño y materialidad de cada intervención. Muchas de ellas son operaciones de reforma y transformación sobre edificios preexistentes tradicionales de madera, y otras son construcciones nuevas que contrastan con sus alrededores; pero todos los pabellones se mantienen dentro de la escala de las casas del entorno, preservando la naturaleza rural del lugar. Los materiales empleados van desde la madera y el granito, propios del lugar, hasta otros más modernos como el aluminio y los acrílicos.