En la prefectura de Gunma, en el interior de Japón, este equipamiento público se esparce por un parque para crear un epicentro cívico que sirva al millar de habitantes que conforman la pequeña localidad donde se sitúa. El edificio, que incluye un centro administrativo, un polideportivo y un auditorio, divide su programa en tres delicados pabellones ameboides de una altura, que ocupan el solar formando un archipiélago de piezas transparentes. Los caminos del tejido urbano donde se inserta se prolongan entre los espacios intersticiales de los pabellones, creando conexiones visuales continuas. La contracción y expansión de sus límites origina situaciones ambiguas entre el carácter interior y exterior de los espacios; por otro lado, la transparencia de los cerramientos permite la visión de actividades simultáneas y contribuye a crear un centro cívico percibido como parte del tejido de la localidad, donde el usuario y sus acciones son los protagonistas principales de la arquitectura. A petición del cliente, los pabellones se resuelven con una estructura mixta de madera local, llamada ‘onishi sugi’, y placas de acero de refuerzo con la que se consiguen salvar los 19 metros de luz del gimnasio, que permanece semienterrado para no romper la altura única y la continuidad visual del conjunto.