Situado en un contexto urbano, este pequeño museo se encuentra en un solar rectangular, en el perímetro de un parque. Para armonizar con su entorno, el edificio se divide en varios cuerpos irregulares de menor tamaño que se unen a distintos niveles, consiguiendo un volumen más escultórico y con la escala adecuada para ser entendido como parte del parque y de la ciudad. La fragmentación de la pieza crea una imagen volumétrica indefinida, de manera que parece simultáneamente un único edificio y varias construcciones.

El programa contempla, entre otros, espacios expositivos convencionales y otros especiales para albergar piezas o espectáculos más concretos, almacenes, un ámbito de recepción con carácter polivalente capaz de acoger otros usos, una cafetería y una librería. El edificio es introvertido, cerrado al exterior para preservar las condiciones óptimas de percepción artística, y se muestra selectivamente hacia el entorno a través de las distintas hendiduras abiertas en las conexiones entre volúmenes. Mientras estas grietas se cierran con vidrio, las fachadas exteriores se cubren con paneles de aluminio de acabado pulido que reflejan y distorsionan el entorno, fundiendo el edificio del museo con la ciudad, el parque y el cielo.