Museo Nacional de Arte Romano en Mérida
Rafael Moneo 

Museo Nacional de Arte Romano en Mérida

Rafael Moneo 


Mérida, la antigua colonia Augusta Emerita, ha sido, desde que el interés por la Antigüedad clásica se despertara en el Renacimiento, cantera inagotable de los restos de su glorioso pasado.

Atesorar estos restos fue la función del primer Museo Romano de la ciudad, asentado hace más de siglo y medio en la iglesia de Santa Clara, y cuya colección tuvo su antecedente en la del conde de la Roca, formada en el siglo XVI. Alimentados por las excavaciones llevadas a cabo desde principios de siglo XX, los fondos del Museo crecieron extraordinariamente, de suerte que el edificio original resultó incapaz de albergar más piezas, hasta el punto de que tuvieron que habilitarse pabellones provisionales en la Alcazaba, que pronto quedaron también abarrotados. Dar una respuesta a esta situación fue el propósito del Decreto 2.764 de 1967, por el que se creaba un nuevo Museo Nacional de Arte Romano, que habría de contar con una nueva sede no sólo capaz de albergar las colecciones conservadas en la iglesia de Santa Clara, sino también de incorporar las adquisiciones futuras.

El proyecto respondió a esta exigencia aceptando, desde el principio, la condición del contexto: un enclave modesto, anónimo, que debía activarse de suerte que el nuevo museo funcionara como un adelanto del espectáculo que suponen para el visitante las ruinas romanas. Así, el edificio se define por el despliegue de una serie de contrafuertes que, al mismo tiempo que sugieren la organización interior, aluden a la solidez de la construcción romana.

La voluntad de evocar el pasado se hace sentir en todo el proyecto. El edificio insinúa la escala de la Mérida Romana, pero no lo hace mediante la imitación literal, sino gracias a la adopción de sistemas de construcción romanos: hormigón vertido entre dos hojas de ladrillo que da pie a una arquitectura de muros paralelos en la que el problema fundamental son los intervalos, las proporciones y los huecos.

Este sistema de muros paralelos se transforma al encontrarse con otro sistema, el de los vacíos, para elaborar el tema central del interior del museo: la ficción de una gran nave longitudinal donde se disponen los objetos obtenidos con tanto esfuerzo por los arqueólogos a lo largo de décadas de trabajo. El sistema de muros transversales define también una serie de naves transversales que, por su condición deliberadamente secundaria, refuerzan el carácter buscado para el museo: el de una inmensa biblioteca de restos pétreos. Un sistema de corredores y pasarelas conectan y hacen accesibles estas naves laterales, y dan pie a inesperadas visiones del gran espacio central, episodio clave del conjunto...[+]


Cliente Client
Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas

Arquitecto Architect
Rafael Moneo

Colaboradores Collaborators
Nieves La Roche, Juan José Echeverría, Enrique de Teresa, Georges Meylan, Charles Meyer, Stanley Allen, Pedro Feduchi, (arquitectos architects); Francisco González Peiró (aparejador quantity surveyor)

Consultores Consultants
Jesús Jiménez Cañas, Alfonso García Pozuelo (ingeniería engineering)

Dirección de obraConstruction Supervision
Rafael Moneo (arquitecto architect); Francisco González Peiró, Rafael Luque (aparejadores quantity surveyors)

Contratista Contractor
Cubiertas y M.Z.O.V.; Manuel Juan García (técnico de obra site technician)

SuperficieFloor area
10.380m²

Fotos Photos
Lluís Casals/VEGAP/Madrid 2023, Dida Biggi, Michael Moran