Situado junto a la ciudad histórica de Évora, en el Alentejo portugués, este hotel está formado por 56 bungalows arracimados para formar una especie de zoco abierto que coloniza una dehesa mediterránea, con bellos ejemplares de olivo y encina. La corona del conjunto la forma un edificio compacto, donde se sitúan las zonas comunes —restaurante, salas de conferencia, spa, gimnasio—, y que, desde el punto de vista visual, domina al resto de construcciones, recordando de este modo la disposición tradicional de los pueblos medievales de la región, en la que el caserío se dispone orgánicamente en torno a un castillo. Otra de las referencias del proyecto es la arquitectura islámica, cuyos ecos son evidentes en el color blanco de los revocos, que contrasta con los tonos terrosos del paisaje, y asimismo en la geometría cúbica de las piezas o los pequeños huecos y celosías que las perforan para buscar las vistas sobre el entorno. Aparte de estas referencias vernáculas, la disposición del hotel sigue directrices paisajísticas y medioambientales: los volúmenes se replantean en función de la presencia de los árboles y se disponen en varias franjas longitudinales expuestas a los vientos frescos dominantes. Además, están revestidos con corcho, un material característico del Alentejo, ecológico y completamente reciclable, que confiere a los edificios un buen aislamiento térmico.