Dominado por su imponente monasterio —uno de los más grandes y bellos de Portugal— el caserío de Alcobaça es un conjunto abigarrado de volúmenes blancos que se abren a un patio interior o a un corral trasero. En pleno corazón del casco histórico se ubica esta casa, que continúa, reinterpretándola con un lenguaje contemporáneo, la tradición tipológica y constructiva del lugar. Se trata de un pequeño edificio reconstruido para ajustarse a la escala vernácula, y que se rodea de una cerca, también de color blanco, coronada sobre el basamento pétreo que forma la topografía. La cerca se perfora para abrir el patio de la casa a las vistas sobre un cercano río, pero su espesor sirve para trabajar con los intersticios que se crean por la diferencia de nivel, de manera que el proyecto se concibe como una manipulación ingeniosa del zócalo, del que emergen el muro y el volumen de la vieja casa reconstruida con un minimalismo extremo.

Modelado con estas premisas, el interior es un espacio dislocado que surge de añadir, de manera aparentemente azarosa, las distintas estancias de la casa. Perforado en ocasiones para enmarcar las vistas sobre el entorno, este espacio se ilumina cenitalmente a través de tres pequeños patios cuyas plantas están giradas respecto a la trama principal, como si fuesen la silueta de unos dados que, tirados al azar, caen como quieren en el suelo... [+]