Como parte del hospital Gregorio Marañón, la maternidad ocupa una de las manzanas desarrolladas a partir del Plan Castro en el siglo XIX, al este del parque del Retiro. El edificio se inserta en una operación urbana mayor que vincula tres manzanas alineadas con la calle O’Donnell y con un jardín interior como área de relación entre las construcciones antiguas y nuevas de la supermanzana.

El volumen resuelve un programa complejo formado por una maternidad y un hospital infantil, lo que, unido a una situación urbana no menos compleja y a la exigencia de sosiego en los espacios sanitarios, dio pie a una solución introvertida y permeable a la vez. Así, los accesos a los dos hospitales se dispusieron en fachadas opuestas del solar y a distinta cota, gracias al desnivel natural de la parcela. Un cuerpo transparente de acero y vidrio aloja en la planta baja el porche de acceso a la maternidad desde la calle O’Donnell —para lo que se retranquea levemente—, en tanto que otro porche situado en la confluencia de las calles Castelló y Márquez conduce al interior del hospital infantil, en la planta primera.

Una trama de pasillos dispuestos en torno a ocho patios —cuatro transversales y cuatro longitudinales en dos filas paralelas— establece la organización general de las unidades de hospitalización. El nivel +2, compartido por ambos hospitales, alberga los servicios generales —bloques quirúrgicos, unidades de cuidados intensivos y paritorios— y actúa asimismo como enlace entre las áreas de consultas y las de hospitalización, que ocupan tres niveles. Los dormitorios para los médicos de guardia se sitúan en la cubierta. Las urgencias materno-infantiles comparten el acceso rodado y quedan emplazadas en el primer sótano, junto con el área de diagnóstico por imagen. El segundo y último sótano se dedican a los vestuarios de personal, a las instalaciones y a los espacios de suministros.

El vidrio blanco con que se envuelven las fachadas tanto exteriores como de los patios interiores genera en las estancias del hospital una atmósfera calmada donde la luz se convierte en verdadera protagonista: el reflejo de la imagen se diluye, mientras el de la luz permanece intacto. Un marcado despiece horizontal define el cerramiento en cada uno de los paños. Los suelos y zócalos de los corredores se forran de mármol; las salas, de linóleo y las zonas húmedas, de gres. En cada habitación, el recercado del hueco y la persiana mallorquina, ambos de madera de arce, crean un ambiente doméstico, objetivo perseguido también en el mobiliario de acero cromado, que se diseñó ex profeso.

Estado previo / Proyecto

Planta tercera