Con más de tres siglos de historia, la Bodega Ribas es la más antigua de la isla de Mallorca. Desde su fundación en 1711, sus vinos se han producido y elaborado en Ca’n Ribas —una casa señorial del siglo XVIII que se ha conservado intacta hasta hoy— y en sus tierras adyacentes, manteniendo las históricas cavas de barricas y la nave de elaboración. El conjunto de Ca’n Ribas, que incluye las instalaciones de la bodega, la casa señorial y la era, pertenece al Catálogo de Patrimonio Histórico de Consell y su grado de protección es total.

La bodega, que en origen quedaba delimitada hacia el casco urbano por la carrer de Muntanya y la de Sant Bartomeu, prolongándose sus propiedades hasta las viñas en suelo agrícola, ha quedado aislada en suelo urbano y separada de las viñas, dejando constreñida la posible extensión a un área de la parcela de 1.800m² y a una edificabilidad de 400m² sobre rasante, aspectos determinantes para el proyecto. La parcela cuenta además con ejemplares centenarios de cipreses, algarrobos y palmeras.

Integrada en el conjunto, la ampliación se concibe como una estrategia para reordenar la parcela, apoyándose incluso en una edificación existente, dando nueva vida a espacios que antes eran residuales y conservando todos los árboles, que el nuevo edificio pone en valor. Su forma y colocación en el nuevo linde oeste permite dar una fachada a esta parte del conjunto en la zona donde no hay edificios catalogados, generando un espacio a modo de patio en el interior de la parcela que pivota en torno a la era, recobrando esta su importancia como el área donde se articula toda la actividad de la bodega.

La construcción propuesta es una nave diáfana con una cubierta de teja árabe a dos aguas, no muy distinta en dimensiones a la sala de depósitos existente. En superficie, una parte de la nave está destinada al almacén de botellas y a la embotelladora, y otra a la elaboración del vino. En el extremo norte, hacia la era, se localiza el acceso y la nueva recepción de visitas; en una planta por debajo, la sala de catas, un espacio recogido y bañado por luz natural. Un vidrio de pared a pared vuelca sobre la sala de barricas, construida en hormigón y completamente soterrada para aprovechar las condiciones térmicas y de humedad.

Mientras que al exterior el edificio mantiene una imagen similar a la de las construcciones existentes —todas ellas en mampostería—, para lo que se han recuperado técnicas tradicionales, en el interior el hormigón blanco se combina con revestimientos de madera, coloridos alicatados de azulejos artesanales y solados en piedra de Binissalem que confieren a estos espacios un carácter contemporáneo.