En el barrio de Vereda de los Estudiantes, al sur de Leganés, la escuela se concibe como un refugio, un lugar para el juego y el aprendizaje, en un entorno de grandes manzanas de viviendas.

El proyecto trabaja con figuras geométricas elementales; la planta circular permite un mayor aprovechamiento de la parcela; la cubierta resuelve la carencia de superficie del solar al acoger un patio de juegos adicional.

Como en el mundo de sensaciones contradictorias que describe Lewis Carroll, donde la realidad se combina con la imaginación, el proyecto parte de la necesidad de atender a una compleja dualidad de escalas, resolviendo un espacio en el que conviven diferentes percepciones: la de los niños y la de los educadores. Atiende además al objetivo —inspirado en el proyecto presentado por Hans Scharoun en las conferencias de Darmstadt en 1951— de que los espacios se adapten a los distintos momentos del aprendizaje del niño, desde la etapa individual a la colectiva. 


En el interior, las diferentes piezas del programa se disponen en una serie de prismas traslúcidos según criterios de orientación y circulación; el gran vestíbulo central, un espacio de reunión cubierto, se convierte en el corazón del proyecto.

Esto lleva a pensar el edificio desde el interior. En primer lugar el espacio central, que constituye el corazón del edificio y que funciona como un espacio público cubierto desde donde acceder a todas las aulas, evitando así circulaciones por pasillos. Se trata de un espacio fluido con elementos que potencian la percepción táctil y visual: el patio circular que introduce el exterior al interior; los profundos lucernarios de cubierta de más de dos metros de altura que introducen un mundo de color y de espacio protector; los accesos a las aulas con tabiques desdoblados; y las ventanas profundas, pequeños espacios individuales que permiten a los niños introducirse en su interior. Todos ellos son recursos para potenciar un espacio háptico frente a un espacio puramente visual.

La cubierta conforma un espacio soleado para el juego al aire libre; el acceso, a través de un pasadizo en rampa que recorre todo el perímetro del volumen cilíndrico,  se convierte para los niños  en un divertimento.

De ahí la ausencia de alzados y la elección de la figura circular que prima un espacio concebido topológicamente. Esta decisión permite adaptar la superficie requerida a una parcela triangular de difícil aprovechamiento, y resuelve además el problema de la orientación —la propia escuela arrojaba sombra sobre el patio de juegos interior—. Por ello, y debido también a la reducida superficie de la parcela, la cubierta se transforma en un nuevo patio de juegos, con topografías que activan el aprendizaje de los niños, constituyendo el elemento arquitectónico identificativo del proyecto. El acceso a esta cubierta se convierte además en un divertimento: los niños se introducen en un pasadizo vertical que asciende pausadamente, una rampa que discurre por el perímetro del volumen cilíndrico exento que alberga las instalaciones.

La disposición de las distintas piezas del programa en el interior de la escuela atiende a criterios de orientación y circulación. Las aulas se ubican al sureste para aprovechar el mayor soleamiento. Las dependencias docentes e instalaciones al noroeste, con circulación y acceso independiente.


Cliente Client

Ayuntamiento de Leganés

Arquitectos Architects

María José Pizarro, Óscar Rueda

Colaboradores Collaborators

Alberto Galindo, Juan Navarro, Pablo Sáez, Laura Montero, Miguel Chillerón; Alfonso Prieto (aparejador quantity surveyor)

Contratista Contractor

Peyber, Forbo (suelos vinilo y PVC vinyl and PVC flooring)

Superficie construida Floor area

1.120 m2

Presupuesto Budget

1.260.424 euros (PEM)

Fotos Photos

Miguel de Guzmán