La densidad del casco histórico de Zaragoza ha sido una de las razones de que se demorase la apertura de una escuela infantil para este barrio, a pesar de las crecientes necesidades de esta dotación que han provocado el repunte de la natalidad y el aumento de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. La gran superficie del programa y de las áreas de recreo dificultaba su localización en la trama urbana, por lo que se decidió ubicar el nuevo edificio en la ribera del Ebro, en el llamado parque de San Pablo. Este lugar privilegiado debe no obstante afrontar las esporádicas crecidas de un río tan caudaloso e irregular, razón por la cual se ha situado la base de la edificación por encima del nivel de inundación a quinientos años. Por otro lado, la propia distribución de los volúmenes respeta los árboles de porte existentes en la parcela, caracterizando así el espacio de acceso y los patios y consiguiendo reducir el impacto de la nueva edificación en su entorno.

Con el mismo objetivo de integración en el parque circundante, y debido a su baja altura y cota, la escuela opta por una solución de cubierta vegetal que ejercerá de fachada hacia la cercana plaza Europa y los edificios residenciales del Paseo Echegaray y Caballero. Además, este tipo de cubierta mejora el aislamiento térmico y acústico del interior respecto al de otros tipos. En esta apuesta firme por la eficiencia energética se han utilizado otros elementos como los muros dobles de alta inercia térmica, acumuladores solares en cubierta, o carpinterías con rotura de puente térmico.

En cuanto a las diversas fachadas del conjunto, éstas tienen un tratamiento muy diferente en función de los usos, aunque todas ellas se han modulado en función del elemento principal, la placa de policarbonato, que con una anchura de 50 centímetros condiciona todo el desarrollo. Tanto el bloque de servicios como la zona de dormitorios emplean una fachada con pocos huecos, mientras que las aulas se abren en toda su extensión hacia el parque. Esta última fachada utiliza las placas de policarbonato, cuyo cromatismo también persigue la integración en el verdor del parque, y cuyo aspecto translúcido provoca sutiles transparencias durante el día y que la escuela se convierta en una suerte de farol multicolor en la noche. En el interior se han diseñado los espacios para que funcionen para los muy diferentes requerimientos de niños y adultos. De este modo, la cota de 1,20 metros marca el nivel ‘no al alcance de los niños’, definiendo el límite entre el espacio adaptado al niño y al adulto, lo que afecta a numerosos elementos, como los rodapiés.


Cliente Client

Ayuntamiento de Zaragoza, Suelo y Vivienda de Aragón

Arquitectos Architects

Santiago Carroquino, Ignacio

Grávalos, Patrizia Di Monte

Colaboradores Collaborators

Marta Quintilla; Víctor Martos, Ignacio Uriol, Cristina Navarro (arquitectos técnicos quantity surveyors)

Consultores Consultants

Raúl de la Mata (instalaciones mechanical services)

Contratista Contractor

Construcciones Enrique De Luis (CELSA)

Fotos Photos

Jesús Granada