El proyecto está emplazado en el lugar que ocupaban inicialmente tres pequeñas viviendas, incrustadas en la antigua muralla del castillo de la localidad toledana de Oropesa, sirviendo como nexo entre éste y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. La obra transforma los espacios interiores en dos viviendas para dos hermanos que comparten un único patio alargado, abierto por un lado hacia una espectacular vista en la que la torre de la iglesia funciona como telón de fondo. La fachada no se podía modificar por cuestiones de patrimonio, por lo que el nuevo patio ordena las dos construcciones y las dota de luz natural. Una de las casas cuenta con ventanas hacia la calle, mientras que la otra se abre hacia un pequeño jardín lateral privado.

Dentro de las viviendas, los antiguos ladrillos y muros de piedra se pintaron de blanco, reutilizando así la materialidad existente, mientras que en el patio, tanto el pavimento como la parte baja de las paredes deterioradas se cubrieron con ladrillo natural, siendo éste el único material nuevo introducido. Además, los tejados se desmontaron, restauraron y reconstruyeron completamente para generar un espacio bajo el techo, manteniendo la estructura de madera pero elevando en un metro de altura la coronación del conjunto.