Ubicado en los terrenos que ocupaba la antigua estación de ferrocarril, el conjunto está formado por 125 viviendas con 22 tipologías diferentes, tanto en una única planta como en dúplex.

El planeamiento urbanístico preveía tres bloques lineales y dos espacios libres privados de uso público como elementos de relación. La formalización de los espacios libres, de uso exclusivamente peatonal, viene condicionada por su carácter lineal. Más calles que plazas, se plantean en relación directa con las plantas bajas de las edificaciones donde se apuesta por el uso residencial, estando longitudinalmente fragmentadas en dos niveles a consecuencia del desnivel existente. Así, se proyecta una plataforma configurada como un corredor verde, dibujando los recorridos de acceso transversal a las viviendas y los longitudinales a través del espacio en conexión visual y ecológica con los parques circundantes. Se incorporan a este espacio una serie de vacíos hacia las plantas bajo rasante permitiendo distanciar las fachadas de las viviendas, introducir arbolado y llevar ventilación e iluminación natural a garajes y trasteros.

Las construcciones sobre la rasante son tres piezas de entre 60 y 100 metros de longitud y una crujía de 12 metros a las que se dota de vuelo en todo su perímetro. A partir de esta decisión se abre la planta edificada hacia el exterior, con un cerramiento totalmente acristalado, previendo la utilización del corredor perimetral en todas las viviendas como espacio exterior delimitado por una celosía a modo de brise soleil que matiza el soleamiento y las vistas. Para este cerramiento se opta por un elemento macizo que distribuido regularmente configura una trama de hormigón coloreado —con piezas de 20x20centímetros separados 80centímetros—. En planta baja se configurarán una serie de patios que permiten un espacio de amortiguación.

Dada la rotunda geometría heredada de la ordenación urbanística, se decide unificar las plantas en conjuntos de dos forjados para minimizar la escala de las fachadas. Además, se las dota de movimiento, aprovechando el vuelo permitido, generando una serie de pequeños ‘giros’ de unas plantas sobre las otras, conformando así alineaciones alternativas. Esto genera un movimiento en la volumetría que rompe la envolvente prismática, reduciendo así el impacto de la implantación. El tintado de la envolvente de hormigón evita que las edificaciones se diluyan en el fondo monocromo circundante, dotándolas de un color ferruginoso que evoca el carácter industrial del espacio de asentamiento original, convertido ahora en faro de aproximación a la fachada suroeste del ensanche compostelano.