La eliminación de las ampliaciones y añadidos al viejo Salón de Reinos que se fueron realizando durante el siglo xix —en particular la fachada Sur y la cubierta amansardada— conduce a la incorporación de una pieza de nueva planta colocada entre los dos salientes meridionales del edificio original. Esta pieza alberga tanto la nueva entrada como las zonas de acogida, además de los elementos de circulación vertical, la cafetería, la tienda y el resto de espacios servidores, de manera que las salas históricas queden liberadas de cualquier uso que no sea el expositivo.

El nuevo volumen se manifiesta al exterior en un zócalo apilastrado que sigue la línea de imposta preexistente, y que se resuelve con los tono del típico granito gris madrileño. En este zócalo se abre un acceso no muy ancho protegido por un voladizo y dispuesto en el eje para reforzar la simetría del conjunto sin asumir demasiado protagonismo.

Sobre el vestíbulo de acogida se dispone un atrio en doble altura al que se llega a través de unas escaleras. Este atrio está conectado directamente con el Salón de Reinos, y se abre al Sur merced a un pórtico formado por soportes metálicos muy livianos y por una protección solar de lamas horizontales también metálicas y no menos livianas...[+]