En la localidad de Grossdietwil, allí donde un tejido disperso de viviendas e industrias da paso a un tapiz de praderas y pastos, se levanta un taller de carpintería que ha permanecido en manos de la misma familia durante cuatro generaciones. Una parcela de terreno que aún quedaba disponible en las proximidades del taller fue elegida por el actual propietario de la carpintería para levantar una casa, que además de servir de hogar a los cinco miembros de la familia, deberá mostrar a sus clientes las posibilidades de la madera como material constructivo. En un segundo plano respecto al taller, la casa se asoma al arroyo que en otro tiempo impulsó el molino que dio origen a la serrería.

Dos volúmenes estrechos se deslizan así en paralelo a la pendiente del terreno para albergar de forma diferenciada las distintas partes del programa. Con un total de tres niveles, el cuerpo norte es también el de mayor altura y concentra la estructutra compartimentada de dormitorios y servicios. Adosada a éste por el lado sur, una segunda crujía de una altura se eleva sobre pilares, ofreciendo un espacio diáfano como estancia principal de la casa. El vestíbulo de entrada, un pequeño taller doméstico, y el cuarto de calderas ocupan la planta baja (que está semienterrada en la ladera) y se abren al porche cubierto que forma el cuerpo elevado del salón, definiendo junto al camino de acceso un espacio protegido que permite el juego de los niños en los días lluviosos. En el nivel principal, la cocina, un despacho y dos cuartos de baño se sitúan en paralelo al gran espacio diáfano ocupado por el salón y el comedor. En una solución atípica en viviendas unifamiliares, dos escaleras conectan la planta del salón con la superior de dormitorios para evitar la creación de un pasillo que resultaba inviable dadas las exiguas dimensiones del cuerpo norte.

Constructivamente, la casa es un ejemplo práctico de la mezcla de técnicas de prefabricación y acabados artesanos que constituyen el reclamo de la empresa familiar. La estrechez de sus crujías permitió emplear una estructura de marcos de madera preparados en taller para reducir los costes y plazos de ejecución. Un aislante de celulosa rellena los intersticios entre las costillas de madera, que se trasdosan al interior con placas de cartón-yeso pintadas en vivos colores. Al exterior, una envolvente de listones verticales de abeto local sin lijar ni barnizar irá adquiriendo con el tiempo la pátina grisácea típica de las construcciones de la zona. Con la misma intención de manipular el material lo menos posible, la madera de roble utilizada como pavimento al interior se trató superficialmente con aceite, respetando la escuadría original de cada tabla...[+]