El cantón de los Grisones es uno de los más singulares de la geografía suiza, no sólo por su rica tradición cultural —en él conviven tres lenguas oficiales—, sino también por su paisaje definido por el contraste sublime entre las altísimas montañas y los profundísimos valles. En uno de ellos se sitúa la Swisshouse XXXV, del arquitecto local Davide Macullo, cuya geometría a un tiempo elemental y sofisticada resuena con su contexto natural y cultural, sin que esto suponga, en ningún momento, la renuncia al uso del lenguaje y las técnicas contemporáneas.
El volumen prismático y las cubiertas facetadas son citas de la arquitectura popular, del mismo modo que lo son el revestimiento de madera y el plinto aterrazado de piedra, del que emerge la casa desafiando a la gravedad. Pautados con un ritmo musical, los grandes huecos acristalados buscan las mejores vistas del valle y las montañas, en tanto que los planos de la cubierta, dispuestos de una manera aparentemente tortuosa, responden a un cuidadoso proceso de diseño que ha tenido en cuenta la percepción del volumen desde el entorno.