Después de décadas de degradación, el barrio de Arenales en Las Palmas de Gran Canaria está experimentando una transformación progresiva, impulsada por la compra de viviendas. Entre ellas se encuentra la Casa M, que parte de una antigua edificación en esquina, en avanzado estado de deterioro. La construcción se recupera y amplía para albergar, en la planta baja, un taller de cerámica, —que mantiene pavimentos y cartelerías originales de un antiguo bar preexistente— y, en la planta primera, la vivienda de la propietaria del taller.

Respondiendo a las condiciones del lugar y con un reducido presupuesto, la intervención sanea y acondiciona el edificio mediante un ejercicio de mínimos, sentando las bases para futuras modificaciones. El proyecto respeta el aspecto imperfecto de muchos paramentos, conservando la huella del tiempo.

El edificio se completa con la inserción de un esqueleto metálico que se deja a la vista, apoyado sobre los muros de carga de la preexistencia, y un gran pórtico central que se reconstruye a partir del refuerzo de los pilares existentes. Este nuevo cuerpo presenta en su exterior una carcasa de hormigón áspero. En el interior, los añadidos son ligeros, a fin de reducir las cargas sobre la obra original. La estructura vista de perfiles metálicos y forjados de chapa colaborante se completa con el uso de termoarcilla en tabiquerías y cerramientos. Un patio en la esquina sureste garantiza la correcta iluminación y la ventilación cruzada.